Cuestionado por buena parte de la comunidad internacional, Nicolás Maduro se juramentó como presidente de Venezuela para un nuevo periodo de seis años. Más allá de la legalidad del acto, ejercerá el poder y tiene frente a sí el reto de salir de la crisis más grave de la historia del país, una que él mismo provocó.

A juzgar por su discurso y aunque no será sino hasta este lunes 14 cuando anuncie nuevas medidas, el marco de referencia para su ejercicio económico no muestra señales de cambio de rumbo. Mantenerse en el poder será la premisa principal, de allí derivarán los arreglos que considere convenientes y seguirá maniobrando al borde de la legalidad en el escenario internacional.

Sin embargo, la realidad está allí y por más que quiera esquivarla, el gobierno debe hacerle frente tarde o temprano a problemas que cada vez se profundizan más y de los que es el principal autor. El tema político se vuelve medular, especialmente ahora que Maduro carece de reconocimiento de actores claves como Estados Unidos, Colombia, Brasil, Argentina y la Unión Europea.

 

Con información de Banca y Negocios




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