Foto EFE

La dominicana Ana Julia Quezada, autora confesa de la muerte de un niño de 8 años, hijo de quien era su pareja en España, se enfrenta desde este lunes a juicio, en el que la Fiscalía pide para ella prisión permanente revisable, la máxima condena que contempla la ley española.

Quezada confesó haber matado al niño Gabriel Cruz en febrero de 2018, un caso que impactó a la sociedad española y la mantuvo en vilo durante los doce días que duró la búsqueda del menor.

La acusada llegó hoy sin incidentes a la Audiencia Provincial de Almería (sureste), provincia donde ocurrieron los hechos, donde se somete a un juicio con jurado, en una vista que se prolongará hasta el próximo día 18, que los nueve miembros (siete mujeres y dos hombres) emitan su veredicto.

Quezada, en prisión preventiva desde su detención, el 11 de marzo de 2018, se enfrenta a la pena de prisión permanente revisable, contemplada para asesinatos especialmente graves, y supone el cumplimiento íntegro de entre 25 y 35 años de cárcel dependiendo del delio.

Además, el Ministerio Fiscal pide diez años más de cárcel por sendos delitos de lesiones psíquicas a los padres del menor y casi un millón de euros por reparación del daño moral a la familia, así como los gastos generados por la búsqueda,

En su acusación, el ministerio fiscal señala que el asesinato se produjo el mismo día de la desaparición del niño, el 27 de febrero del año pasado, por “asfixia mecánica” y que para ello, “utilizó una fuerza desproporcionada con respecto a la del menor”.

Pese a que mató al pequeño el mismo día en que desapareció, mantuvo silencio y participó en la búsqueda del menor que las autoridades emprendieron y que se prolongó durante doce días de angustia para su familia.

Fue detenida el 11de marzo de 2018 en una localidad de Almería con el cadáver del niño en el maletero de su coche.

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Ana Julia Quezada llegó a España en 1995 y se instaló en Burgos, al norte de España, junto a una hija. Posteriormente se casó y tuvo otra niña.

La mayor de ellas falleció en 1996 al caer desde una ventana de una vivienda de Burgos a un patio interior, un caso que se cerró como una muerte accidental. Años más tarde se mudó al sur donde conoció al padre de Gabriel.




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