Insomnio
Foto cortesía

Ángel no ha conciliado el sueño desde que su hermano fue internado en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Ciudad hospitalaria Dr. Enrique Tejera. Diariamente debe comprar tres ampollas de Meropene, con un costo de entre 30 y 40 mil bolívares, guantes, tapabocas, batas médicas, inyectadoras y tubos de ensayo. Endeudado por el gasto que supone un familiar hospitalizado y mantener a su mujer e hijos, el insomnio apareció en su vida. Inútilmente trata de combatirlo con tazas de té caliente que no lo apartan de sus preocupaciones.

Más de 150 fármacos conforman la lista de medicinas esenciales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Al recorrer las principales farmacias de Valencia, llamar al 0-800 SALUD YA, recurrir al Seguro Social o droguerías privadas, la respuesta confronta esa realidad: “No hay”. Angustia, desesperanza e impotencia surgen de inmediato.

La poca calidad de vida tiene a los venezolanos agotados. La inseguridad genera angustia: llegar a casa temprano, mirar a los lados dos veces al abordar el autobús o el metro,  buscar desesperadamente los alimentos o las medicinas, hacer una cola inmensa para adquirirlos a precio regulado, ha creado una situación de ansiedad y depresión que aleja el sueño a cada vez más individuos.

La producción de fármacos en el país está en niveles mínimos. La industria farmacéutica trabaja al 50% de su capacidad. Desde el año 2006 el Gobierno nacional no le liquida divisas para materia prima.  

Freddy Ceballos, presidente del Consejo Farmacéutico de Venezuela, lo expone claramente: Cuando no hay medicamentos la desesperación aumenta. «Aquel que padecía un ligero toque de nerviosismo pasa a tenerlo exacerbado por la situación país».

Daniel lo vive en carne propia. El insomnio forma parte de su día a día. En el último año su calidad de vida mermó. Aunque cada mañana se levanta antes del alba para conducir su taxi, lo que “resuelve” no le alcanza para cubrir sus gastos básicos. Divorciado desde hace 6 años, debió mudarse con su ex esposa para compartir gastos. Comida, alquiler, el viacrucis para conseguir los medicamentos, la desolación de ver partir a su hijo y nietos al exterior, son preocupaciones que espantan su sueño.

A diario debe consumir psicotrópicos para dormir. El problema es que estos, y los que necesita para regular la tensión, no se consiguen en las farmacias. Los efectos secundarios de las pastillas antialérgicas le permiten escapar, por lo menos durante seis horas, de la crisis.

La persona que está muy angustiada y deprimida padece insomnio, explicó el ex presidente de la Sociedad Psiquiátrica de Venezuela, Roberto Lasspinase. Las enfermedades emocionales y el estrés post traumático aumentan al paso de la crisis.

Algunos, ante la falta de medicación y en una apuesta para conseguir alivio, recurren a la alternativa natural. Pero no todas las patologías permiten esta solución, cuando se sufre una enfermedad grave se requieren medicamentos específicos para vivir.

Los ancianos con hijos fuera del país tienen un sufrimiento constante. Su familia se les ha desmembrado, crece la depresión. Pacientes con enfermedades crónicas generan una desesperación que desencadena en un mayor estrés que les impide descansar, ante la imposibilidad de adquirir medicamentos.

Una salida adoptada por muchos pacientes es retrasar las dosis para alargar la posibilidad de cumplir su tratamiento y por lo tanto recaen en sus enfermedades. Según Lasspinase, al menos 50% de quienes acuden a su consulta han sufrido una recaída por falta de productos.

Para quienes padecen de insomnio, las gotas del Carmen o Valeriana son opciones. El psiquiatra explicó que estas alternativas no son efectivas para la mayoría de los pacientes, pues los niveles de angustia son tales que tendrían que tomarse un frasco de gotas para lograr controlar la intranquilidad.

El Gobierno se mantiene imperturbable. “No hay manera que entienda que las personas no toman medicamentos por gusto, los toman por necesidad”. La situación es crítica y se tornó peor desde inicios de año.

La recaída de los pacientes con depresión, ansiedad, bipolaridad es frecuente debido a la falta de medicamentos. Los que logran tratarse son unos pocos que optan por comprar medicamentos en el exterior a precios excesivamente altos y practicante imposibles de costear para quién gana sueldo mínimo.

Los precios de los medicamentos importados en las farmacias superan en algunos casos el salario mínimo de un trabajador. A una persona que deba tomar un medicamento dos veces al día no le alcanza una caja de 30 pastillas para cubrir el mes. Pagar una cantidad elevada para mantenerse vivo es parte de la angustia del venezolano.

Nicolás Maduro no escucha. Ciudadanos de todas las edades se sumergen en la angustia y el desvelo por incertidumbre sobre el futuro. La crisis farmacéutica no ha sido atendida, eso lo tienen claro los trabajadores que a diario viven la impotencia de no poder dar respuesta positiva a sus clientes. Angel lo sabe, sigue luchando por costear los gastos de la enfermedad de su hermano y mantener a su familia. El no puede concebir el sueño.




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