¿Estaremos contemplando el inicio de la primavera venezolana? ¿Veremos pronto la salida de un régimen tiránico, asfixiado por la presión de la gente en la calle? ¿Se resolverá en algún momento la situación de trincheras que existe hoy, donde la protesta no se cansa y repite día tras día su presencia, pero el régimen tampoco cede y le sube el tono –y las bombas, los heridos, los presos y los asesinados- a la represión? ¿Cómo y cuándo se termina este juego trancado y perverso? ¿Cuánta gasolina le queda al chavismo? ¿Cuántas bombas? ¿Cuántos rociadores de gas pimienta? ¿Cuántos perdigones? ¿Cuántas balas? Y sobre todo ¿Cuanta tropa, policía y mercenarios dispuestos a continuar atacando a gente desarmada y a cumplir las órdenes de oficiales impresentables, en lugar de voltearse la cachucha y negarse a masacrar a sus paisanos?

uno tiene el poder, el dinero y la falta de escrúpulos; el otro tiene la absoluta mayoría y la razón y el derecho

Se sabe que al chavismo no le queda gente. Convocan concentraciones, llenan las calles de autobuses, reparten bolsitas de comida y frascos de caña pero no consiguen ocupar más de cuatro cuadras; hasta se roban las imágenes de las marchas opositoras para hacerlas pasar como revolucionarias, como la del 17 de mayo en Parque Cristal. Mientras tanto, las multitudes opositoras, a pesar de la violencia oficial, salen por cientos de miles a decirle al régimen que le llegó su hora, que ya no tiene nada que dar, que ya acabó con el país, que se vaya. El uno tiene el poder, el dinero y la falta de escrúpulos; el otro tiene la absoluta mayoría y –muy importante- la razón y el derecho ¿Quién gana?

Hace más de un año, poco antes de que la Asamblea elegida el 6D ocupara sus curules, escribí que, en cualquier negociación, la fuerza debe estar prevenida para hacerse cargo, pues los cañones tienen la obligación de intervenir del lado de la ley cuando una situación amenaza con salirse del cauce civilizado. Pero en Venezuela, la FAN es militante rojita y se ha comprometido a defender la revolución chavista, según han proclamado a los cuatro vientos sus más altas jerarquías. Cabe suponer, entonces, que la fuerza intervendría para sofocar “como sea” lo que ya es una insurrección popular, o dicho de otra forma, los árbitros de verde oliva ya tomaron partido y se enfrentarán con el pueblo para proteger a sus jefes. A menos que dentro de la milicia exista algún rezago de institucionalidad y haya una masa crítica que se oponga a la represión indiscriminada

¿Quedarán representantes de esa especie en extinción llamada militares institucionales? Hasta ahora, no se han visto.




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