Hasta las personas más equilibradas emocionalmente hablando se han sentido angustiadas por el contexto en el que enfrentamos la pandemia por Coronavirus. La presencia en el país de la mutación detectada en Brasil, falta de información precisa sobre un plan nacional de vacunación, hiperinflación indetenible, aunado a la irresponsabilidad de un sector de la población que parece vivir en otra dimensión, nos ubica en desventaja frente a otros países de la región, que desde hace ya unas semanas comenzó a inmunizar a grupos priorizados, en especial a sus médicos.

Esta incertidumbre crece cuando escuchamos a funcionarios públicos afirmarque, prácticamente Venezuela no cuenta con recursos económicos para adquirir inyecciones debido al bloqueo de las cuentas en el exterior. A la fecha han ingresado 100 mil dosis de Sputnik V.Otras 500 mil de Sinopharmarribaron en marzoy se espera por la liberación de fondos para nuevos envíos. Por ahora, la cuestionada AstraZeneca no será importada; el presidente Maduro anunció intercambio de petróleo por inyecciones y las cubanas Soberana-2 y Abdala llegarían este mes al país para pruebas respectivas.

Mientras termina de aclararse el panorama se hace visible un aumento en los contagios y personas fallecidas. Incluso, el pasado sábado tres de abril se reportó la cifra más alta con 1.607 infectados y 18 decesos. Cada día escuchamos de conocidos o gente vinculada a nuestros círculos que está enferma por Covid-19, los gremios de la salud exigen vacunación total para el personal que está al frente de batalla y cuestiona severamente la prioridad que tuvieron los políticos en este país, de los primeros en vacunarse. Dentro de este surrealismo, el ciudadano de a pie padece alteraciones emocionales, se siente a la deriva y se apega a los santos para librarse de la enfermedad.

Enfrentar el virus en medio de una devastadora crisis económica no está fácil. Quizá por eso abundan en redes sociales solicitudes de ayuda para adquirir medicamentos, así como también, se han hecho virales actuaciones policiales frente a grupos irresponsables que en plana pandemia arman rumbas, bailoterapias y otras actividades sin las más mínimas normas de bioseguridad. A muchos se les olvida que frenar los contagios también tiene que ver con nuestras actuaciones.

Frente a este contexto se hace necesario mantener el control emocional, aunque resulte una tarea titánica. Psicólogos advierten sobre el incremento de casos por ansiedad, angustia, depresión, ataques de pánico y episodios de ira motivados a variables relacionadas a la pandemia. La realidad nos obliga a guardar y buscar el equilibrio. En mi caso, estoy convencido que la inteligencia emocional permite tomar conciencia de nuestras emociones y de que es necesario motivarnos a nosotros mismos a pesar de las frustraciones y las dificultades de vivir en Venezuela en tiempos de Covid-19.

Controlar los impulsos, comprender los sentimientos de los demás, tolerar presiones y frustraciones en el trabajo en plena pandemia, incrementar la empatía y evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades es trabajable. En este sentido, la psicóloga Carmen Elena Castillo recomienda analizar detalladamente las distintas situaciones vinculadas al virus, para ejercer medidas razonables de prevención y alerta. Primeramente, verificar y validar la información difundida en redes sociales, además de abstenerse de reenviar contenidos falseados que en nada contribuyen a la salud mental de la gente. También, concentrarse en actividades laborales y domésticas; hacer una dieta balanceada incluyendo el ejercicio físico y mental. Si puede, sume prácticas de meditación, preferiblemente en un camino espiritual o religioso tradicional. Pero lo más importante, practicar un “razonable optimismo” y la responsabilidad absoluta. Use mascarilla, gel antibacterial y mantenga el distanciamiento social.

 




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