Los venezolanos culminamos esta semana llenos de inmenso regocijo. Y no es para menos, ya que desde la campaña electoral de 1978, cuando se impuso aquel famoso eslogan ¿dónde están los reales? estábamos muy ansiosos a la espera de conocer la elusiva respuesta. Esta perspicaz campaña que propuso el entonces asesor americano David Garth, nunca fue respondida. Ni en la cuarta ni en la quinta.

Pero por fin, alabada sea María Lionza, luego de apenas 45 años, el prolongado acertijo nacional ha sido resuelto. SE LOS ESTABAN ROBANDO. Ah caray, quién lo hubiera pensado. Tamaña sorpresa para el incrédulo populus. Al menos nos queda claro que este gobierno va a luchar muy duro contra la omnipresente corrupción, ¡para que lo sepan! No les fue fácil abrir este criptex, más complejo que aquel que usó Dan Brown en el Código Da Vinci, pero ahora si van con todo.

A medida que pasan los días la cifra reportada en este pervertido episodio va subiendo. Inicialmente nos dijeron que el botín era de apenas $2.800 millones. Luego redondearon a meros $3.000. Ahora aquel afamado abogado que nos enseñó que no hay que ser flaco para “saltar la talanquera” nos habla de 23 millardos. Diantre. Vieron, sí que había suficiente dinero para ajustar los salarios públicos. Pero, resulta que los fondos se esfumaron por el oscuro camino del blockchain.

Pues bien, ¿qué podemos hacer de todo esto, cómo debemos interpretar esta sonora movida de mata? En ese espinoso sentido, a continuación les dejo una lectura, o más bien mi sencilla opinión al respecto.

Veamos los hechos. Al principio supimos que cayó con mucho estruendo el del trombón, luego les pusieron los ganchos a dos violinistas y al del clarinete, siguieron los de las flautas, la tuba, los platillos y el del gong. Está anunciado a los cuatro vientos que están buscando al pianista y pronto deben atrapar al del contrabajo. Pero aquí la gran pregunta, la verdadera cuestión de fondo es ¿qué pasará con el director de la orquesta?

Obviamente, ante toda encrucijada hay dos opciones. Una, que quede libre y desaparezca con el atardecer, esperando que llegue el olvido que borre las huellas de su disonante gestión; en cuyo caso sabremos que esto no fue otra cosa más que un movimiento magistral en el tablero del ajedrez político que han sabido jugar con inusitada destreza los que conforman este bizarro movimiento. En especial ante una inminente campaña electoral, con los puntos bajos.

Allí sabremos que con demostrada maestría enrocaron la torre y el rey, movieron la reina y sacrificaron algunos peones para que el juego continúe. Quizás atendieron a llamados internacionales sobre la idoneidad de quien negocie y firme nuevos contratos con empresas petroleras, quizás fue la presión interna de los encumbrados hermanos que según los periodistas ya era muy evidente, o quizás una cualquiera de las otras tantas interpretaciones magistralmente urdidas que hemos escuchado esta semana.

Empero, no olvidemos que tenemos aún por considerar el otro ramal de esta enrevesada bifurcación. Que no es otra cosa que despertar y leer incrédulos que hicieron preso al famoso director de esta desafinada orquesta. Entonces la lectura es otra y muy diferente; claramente, que aquí alguien se haya comido la luz.

Si el reparto no fue acorde a los términos previamente acordados entre los reconocidos cabecillas del sistema de orquestas; entonces, todos ellos, muy insatisfechos con el extravío de “sus” fondos mediante el uso de las elusivas criptos hayan pasado severa factura, cortando la cabeza a uno de los suyos. Un extraordinario adulticidio, inesperado e impensado en el seno de este proceso.

Hacemos uso del refranero popular con aquello de “amanecerá y veremos”. El tiempo, más temprano que tarde será el inequívoco juez de esta compleja charada. Sigo preguntándome con alto grado de incredulidad…¿Irá preso Dudamel?

Dr. Guillermo Mendoza Dávila

guillermomendozad@gmdconsultor.com




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