(Foto EFE)

La violencia de las cárceles en Venezuela es una sombra que está borrando el Ministerio de Servicios Penitenciarios del país, dirigido por Iris Varela, una controvertida chavista que busca convertir a los presos en «hombres nuevos» del proyecto socialista.

En medio de una gira por varias cárceles del país, defendió su idea de la formación del «hombre y la mujer nueva» enmarcado en el proyecto socialista.

La implementación del «nuevo régimen penitenciario» es un logro que, afirmó, se ha extendido por más del 90 % de los centros de reclusión del país, un sistema con rígidas normas disciplinarias y un adoctrinamiento militarizado.

Este proceso, que se ha ido adoptando a lo largo de poco más de 5 años, ha pasado por el desarme de los reclusos de 89 de los penales bajo el control del Gobierno venezolano, que fueron durante los últimos años bastiones del tráfico de drogas, armas y violencia, algo que, subraya, se ha logrado sin usar «ni un solo cartucho»

Este proceso, que se ha ido adoptando a lo largo de poco más de 5 años, ha pasado por el desarme de los reclusos de 89 de los penales bajo el control del Gobierno venezolano, que fueron durante los últimos años bastiones del tráfico de drogas, armas y violencia, algo que, subraya, se ha logrado sin usar «ni un solo cartucho».

Varela, quien llegó a ser comparada por el fallecido presidente Hugo Chávez con la madre Teresa de Calcuta, ha dirigido los procesos de pacificación de los penales a los que ha ingresado sin una sola arma ni chaleco antibalas porque se reconoce a sí misma como «la autoridad».

La funcionaria, abiertamente defensora de la llamada revolución bolivariana, asegura que la criminalidad es en sí misma una respuesta del colapso de los modelos capitalistas y, en esa línea, dice que ese «hombre nuevo» que se forma en las cárceles se está preparando para ir al socialismo.

Defiende la idea de que quien comete delitos tiene una forma de liderazgo que el sistema penitenciario debe reformar y revertir para encauzar sus propósitos en algo positivo para el país.

«Yo estoy segura de que ellos son potenciales líderes, porque hay que tener ciertas condiciones como para rebelarse contra un contexto social», y argumenta que un delincuente es «una persona que se salta las normas de convivencia, que hace lo que la sociedad rechaza», algo para lo que hay que tomar una posición de riesgo.

si yo tengo 50.000 privados de libertad en el país yo tengo la posibilidad de educarlos a ellos para que puedan convertirse en unos defensores de la patria

«Entonces eso hay que revertirlo en el privado de libertad, que él sepa que tiene esa posibilidad y revertirlo para lo bueno, ahora, qué es lo bueno, si yo tengo 50.000 privados de libertad en el país yo tengo la posibilidad de educarlos a ellos para que puedan convertirse en unos defensores de la patria», indica.

Incluso prepara una propuesta para que la estadía de un privado de libertad que «haya purgado su condena intramuros», «se le certifique que ha prestado su servicio militar, y entonces pase a una especie de reserva».

Hasta la puesta en marcha del nuevo sistema, el control de los centros penitenciarios había estado en manos de los líderes criminales de las cárceles que, aliados con los custodios y las autoridades, tenían el control de las armas y los alimentos, e impartían la autoridad con la tortura y la muerte.

Reconoce la ministra, quien asegura haber puesto en manos de la Justicia a unos 800 funcionarios penitenciarios y despedido a un millar a lo largo del proceso.

Detrás del deterioro del sistema carcelario había «falta de ética, falta de moral, mucha corrupción, falta de voluntad política», reconoce la ministra, quien asegura haber puesto en manos de la Justicia a unos 800 funcionarios penitenciarios y despedido a un millar a lo largo del proceso.

El hacinamiento es otra de las sombras que dice haber erradicado por completo: «se puede decir que nosotros en este momento tenemos plazas vacantes», asevera mientras recorre los nuevos penales, que cuentan con espacio para sembrar hortalizas y talleres de carpintería.

El sistema penitenciario tenía un total de 96 centros, de los que 6 fueron clausurados, 83 operan bajo el «nuevo régimen», y restan unos 7 penales que no han sido pacificados, pero que Varela dice que están en «transición», lo que significa que quedan unos 15.000 o 20.000 -de aproximadamente 60.000 reclusos- que aún están sin régimen.

La ministra se ha puesto como meta alcanzar el 100 % de la pacificación antes de 2020, cuando el país caribeño presente de nuevo el Examen Periódico Universal ante la ONU.




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