Julio Borges. (Foto AFP)

El presidente de la Asamblea Nacional (Parlamento) venezolana, el opositor Julio Borges Junyent, deja este viernes la jefatura de esta institución acosada, tras un año de mandato en que la Cámara recibió el apoyo de las democracias del mundo mientras el chavismo quedaba más aislado que nunca.

Borges, que milita en el partido Primero Justicia, cederá el puesto a un diputado de la formación Un Nuevo Tiempo, el siguiente partido opositor en la línea según el acuerdo rotatorio con el que se reparte los cargos la mayoría opositora.

Nada más hacerse cargo de una Cámara reducida por el Supremo a un foro simbólico -que anuló sus competencias justo después de tomar posesión la mayoría absoluta opositora surgida de las elecciones de diciembre de 2015-, Borges se lanzó a una campaña internacional que sin duda ha dados sus frutos.

A base de cartas y contactos personales, y sin el histrionismo de otros líderes opositores más vehementes, Borges denunció sin descanso los supuestos atropellos a la Constitución del Gobierno chavista, con especial atención a los que se cometían contra la Cámara.

Una parte capital de esta estrategia se centraba en los grandes bancos de inversión internacionales que daban crédito mediante la compra de bonos venezolanos al Gobierno de Nicolás Maduro.

Borges explicó detalladamente a estas entidades la supuesta ilegalidad en la que estaban incurriendo al comprar una deuda que el Gobierno aprobaba unilateralmente, sin el visto bueno, exigido por la Constitución, de un Parlamento ahora despojado de sus competencias.

Según ha explicado en una entrevista al blog en inglés Caracas Chronicles el propio Borges -de origen catalán y valenciano y nacido en Caracas en 1969-, la estrategia tenía dos disyuntivas.

La primera consistía en dejarles claro que estaban «siendo cómplices de una violación de la Constitución»; la segunda, recordarles que «hacer negocios con una dictadura o un Gobierno que viola los derechos humanos o está destruyendo la democracia» supone un daño de imagen que los bancos no se pueden permitir.

Las cartas de Borges «asustaron a muchas personas en el mundo financiero», comenta a Efe una fuente ligada al sector de los tenedores de bonos.

Varias entidades cancelaron transacciones ya en marcha o dejaron de hacer nuevos tratos con el Gobierno venezolano.

Esto, sumado a unas sanciones financieras de Estados Unidos que Maduro atribuye también a la acción de Borges, redujo la capacidad de financiación de una Administración chavista que en los últimos meses ha incumplido los plazos de pago de algunos de sus bonos al no contar con nuevas fuentes de crédito.

En el campo político, el mandato de Borges estuvo marcado por el respaldo de los países de más peso de la región, de la Unión Europea y de Estados Unidos al Parlamento.

Acontecimientos como la instauración en agosto de la Asamblea Nacional Constituyente -formada íntegramente por chavistas, que pese a crearse para redactar una nueva Constitución ejerce la función legislativa del Parlamento- fueron repudiados por estos gobiernos, que dieron todo su apoyo a la Cámara.

Tanto la Unión Europea como Estados Unidos y países de la región como Colombia, Brasil, Argentina, México, Perú o Chile no reconocen la Constituyente, y se han enfrentado abiertamente a Maduro, a quien exigen que restituya los poderes del Parlamento.

En más de una ocasión diplomáticos de países como España, Alemania, Italia, Brasil o México asistieron a sesiones del Parlamento venezolano para escenificar ese respaldo, una contundente toma de posición que provocó airadas protestas del Gobierno de Caracas.

Uno de los mayores enfados del chavismo lo causó la gira que en septiembre llevó a Borges a reunirse en Madrid, París, Berlín y Londres con los jefes de Gobierno de España, Francia, Alemania y el Reino Unido.

Durante meses, la televisión pública venezolana ha pasado anuncios en los que se veía a Borges reuniéndose con dirigentes extranjeros mientras se le acusaba de pedir una intervención militar y de ser responsable de la crisis en Venezuela por haber pedido sanciones.

El presidente Maduro -que en sus discursos llama habitualmente «cejota» a Borges por lo poblado de sus cejas- ha amenazado al hasta ahora presidente del Parlamento con la cárcel al responsabilizarle de las sanciones financieras de Estados Unidos y de las dificultades de Venezuela para obtener dinero fresco en los mercados.

Por ello mismo, la Constituyente declaró «traidores a la patria» a los opositores que supuestamente habían pedido sanciones contra Venezuela, y decretó la apertura de «un juicio histórico» contra ellos que de momento no se ha concretado. EFE




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