Foto EFE/Humberto Matheus

Desobediencia, escepticismo. La abstención que marcó los comicios en que fue reelegido el presidente venezolano, Nicolás Maduro, tuvo distintos matices pero un mismo motivo: el hastío con la crisis.

Para Gustavo Le Moire, administrador jubilado, la ausencia de 54% de los electores fue una «demostración histórica de desobediencia civil».

Por eso salió a celebrar este lunes con una veintena de opositores en la plaza Altamira, en un sector acomodado del este de Caracas.

«Fue una abstención militante, un manifestación explícita de descontento», dijo Le Moire a la AFP mientras ondeaba una bandera venezolana.

Los comicios, que Maduro ganó con 68% de los votos frente a 21% del opositor y disidente del chavismo Heri Falcón, fueron boicoteados por la coalición de partidos Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que los consideró una «farsa» para perpetuar a Maduro.

La abstención es la más alta en la era democrática venezolana, que comenzó en 1958.

«¿Quién va a votar por este montaje? Se sabía que Maduro iba a ganar igualito manipulando a la gente con el carnet de la patria», lanzó Elvis Ramírez, vendedor ambulante, al criticar una tarjeta electrónica que da acceso a programas sociales y bonos del gobierno.

Falcón desconoció los resultados denunciando que el oficialismo compró votos y chantajeó a los sufragantes con prebendas.

«¿Para qué les van a alcanzar esos bonos con una inflación tan alta?», se preguntó Elvis, un moreno de contextura delgada que recorre Caracas vendiendo cigarrillos. «La gente se vendió», sostuvo.

Durante su campaña, el mandatario socialista ofreció premios a los portadores del «carnet de la patria» que votaran.

– «Es lo mismo gane quien gane» –

A Yajaira Arroyo, vendedora de verduras de 22 años, no la convenció ningún candidato. «No voté. Vamos a quedar en lo mismo gane quien gane», dijo a la AFP en su pequeño puesto en el mercado de Petare, favela del este de la ciudad.

Ella, como la mayoría de venezolanos, sufre las penurias ocasionadas por una hiperinflación que, según el FMI, treparía a 13.800% en 2018.

Venezuela suele registrar altos índices de votación en las presidenciales, superando incluso 90% en los primeros cuatro procesos tras la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1952-1958).

En las que Maduro se midió al opositor Henrique Capriles, en 2013, la participación fue de 79,69%.

Mirta Guedez, profesora de la Universidad Central de Venezuela (UCV), consideró que la abstención fue «un golpe» al gobierno, pues dejó al descubierto «una payasada para satisfacer» a Maduro, reelegido hasta 2025.

Pero Ángela Blanco, fisioterapeuta de 28 años, cree que esa estrategia fue un error y por eso sufragó.

«Creo que fue un error que nos abstuviéramos», dice Ángela, quien cuenta que la baja afluencia era tal en su mesa de votación que los funcionarios electorales se durmieron.

«Cuando llegué el centro de votación estaba vacío, los miembros de mesa estaban dormidos», narró Blanco, desempleada desde hace dos años.

Sometido a largas caminatas para sortear la baja en las ventas, Elvis piensa que urge un cambio económico, pero «con este gobierno no lo habrá». «Mientras más pobre el pueblo, más poder tiene el gobierno», opina.

«A Chávez lo apoyé hasta cierto tiempo (…) En estas elecciones no quise votar porque vi que era un circo, el circo de Maduro», sostuvo.




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