En los últimos días hemos sido testigos del recrudecimiento de la dictadura, que tardó meses en cumplir los acuerdos de la mesa de diálogo en lo que a la liberación de los presos políticos se refiere, y en pocos días encarceló al mismo número de personas que había liberado para equilibrar así «su cuota» de detenidos.
También vimos cómo la persecución de la dictadura a Voluntad Popular cobró una nueva víctima, está vez a través del  encarcelamiento de nuestro hermano, el diputado Gilber Caro. A quien en una absurda historia le acusan de cruzar medio territorio nacional, atravesando peajes y alcabalas en un carro cargado con un fusil y explosivos.
Además vivimos cómo, haciendo uso de sus fuerzas, la dictadura evita que los venezolanos ejerzamos derechos consagrados en la Constitución como el derecho a elegir a través del voto a nuestras autoridades, irrespetando cuando el CNE decidió «posponer» la elección para gobernadores y el derecho a la protesta, continuamente vulnerado cuando las autoridades policiales y militares interrumpen las rutas de marchas pacíficas.
 
A pesar de que naturaleza de la dictadura se ha recrudecido, es nuestra labor como ciudadanos no ceder espacios ante este régimen totalitario que pretende arrebatarnos nuestros derechos. Debemos asegurar la forma de ejercer nuestros reclamos, siempre enmarcados en la Constitución y en las leyes, recordando que nuestra lucha es pacífica pero contundente.
Bien lo decía nuestro hermano Leopoldo López esta semana, en Venezuela no vivimos la lucha de la MUD contra el gobierno, es entre una dictadura y una sociedad que luchan por recobrar su libertad. Ya el mundo entero sabe que el gobierno de Nicolás Maduro, hace rato dejó de ser demócrata, es nuestro momento de asumir la resistencia.
Así que a pesar de que atravesamos momentos muy oscuros, no podemos permitir que desesperanza invada nuestros corazones, debemos llenarnos de fuerza, llenarnos de fé y trabajar todos juntos por la construcción de la mejor Venezuela, porque si algo ha quedado demostrado en la historia, es que no existe fuerza capaz de doblegar a un pueblo decidido a recobrar su libertad.



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