Carnavales en la calle.
Lanzar agua a los vecinos, familiares y amigos en Carnaval es otra tradición que desaparece.(Foto: Rafael Freites).

Jugar con agua y otras sustancias en Carnaval, es otra de las tradiciones venezolanas que tienden a desaparecer por efecto de la crisis económica que se vive en el país, aunado a la escasez de agua que se vive en las comunidades.

Habitantes de la mayoría de la vecindades están obligados a comprar agua en botellones y la poca que les surten por tuberías es utilizada para tareas domésticas como la limpieza de las casas o lavar la ropa.

La vieja costumbre de lanzar agua a familiares, amigos o vecinos para celebrar el Carnaval, pasó a ser un tanto riesgosa cuando se incorporó a los desconocidos, y mucho más cuando se añadieron algunos elementos nocivos como cal y pintura entre otros.

En tiempos no tan recientes, era común leer en los periódicos que una persona mataba a otra por haberla mojado en Carnaval. En casos no registrados en la prensa, se conoció de ciudadanos que resultaron afectados con esta práctica, incluso entre amigos.

Pablo Parra, habitante de Central Tacarigua en el municipio Carlos Arvelo, perdió la visión de un ojo hace unos 10 años, luego de que un vecino le echara encima agua con cal, para que quedara blanquito. La gracia resultó una morisqueta.

En estos tiempos de crisis, resulta catastrófico para cualquier persona, que lo mojen en la calle cargando su teléfono celular encima, por lo costoso de estos aparatos.

En comunidades populares se sigue jugando Carnaval con agua, lo cual se suele acompañar con barro, ceniza o carbón. Pocos se atreven a batir un huevo para tirárselo a otro, como se acostumbraba años atrás, porque cada unidad está costando 280 bolívares.

Tampoco resulta económico mezclar talco con agua, antes de lanzarla al otro jugador, porque los precios de este producto no son nada accesibles.

Otra diferencia que destaca en esta festividad, es que ahora quienes juegan con agua son mayoritariamente los niños y algunos adolescentes. Pocos adultos disfrutan de esta práctica, contrario a lo que ocurría en la década de los 50, 60 y 70,  por ejemplo.

 




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