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(Foto Ángel Chacón)

Dos sentencias del Supremo desataron una oleada de protestas en Venezuela que fue sumando días y víctimas en medio de acusaciones mutuas entre el Gobierno de Nicolás Maduro y sus opositores, que ahora desprenden hojas del calendario con miras a dos fechas cruciales: el 16 y el 30 de julio.

Esos días se celebrarán consultas electorales, una promovida por la oposición y la otra por el Gobierno, aunque solo esta, la del 30, tendrá carácter vinculante y dará paso a un nuevo ordenamiento jurídico, algo que la alianza antichavista Mesa de la Unidad Democrática (MUD) califica de «fraude» y llama a impedir.

El último domingo del mes se elegirán en el país a 545 representantes que integrarán la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), un órgano que redactará una nueva Constitución con el propósito de fortalecer la revolución según el chavismo o de consolidar la dictadura según la MUD.

Desde el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se ha emprendido una intensa campaña a través del canal del Estado y los medios al servicio del Gobierno que va restando hasta los segundos hacia la Constituyente, con la que planean «pulverizar» a la oposición, levantar inmunidades e intervenir la Fiscalía.

El presidente Maduro y el diputado chavista Diosdado Cabello, principales impulsores de dicha contienda, reiteran en cada discurso los días y las horas que faltan para elegir la ANC y aseguran que este mecanismo permitirá dar soluciones a la grave crisis económica que atraviesa el país desde hace más de tres años.

Los opositores, en cambio, han suscrito un manifiesto para el rescate de la Constitución y la democracia que insta a todos los venezolanos a organizarse y «constituirse en asambleas permanentes» para declarar que no permitirán el uso de los centros electorales para la violación de la Constitución el 30 de julio.

En este sentido, el bloque opositor pidió a sus seguidores estar listos para la activación de la gran protesta nacional permanente y simultánea aunque no se conocen detalles de esta convocatoria, relacionada con la elección del 30 de julio.

También en rechazo a un eventual cambio de la Carta Magna, la MUD anunció una consulta popular para el día 16 para preguntar a los venezolanos si están o no de acuerdo con la Constituyente y, además, con instaurar un gobierno de transición.

El antichavismo, que también descuenta el tiempo en espera de que el Gobierno o la Fuerza Armada pongan freno al proceso constituyente, se declaró en hora cero, una modalidad con la que, aseguran, radicalizarán «pacíficamente» sus acciones de calle, iniciadas el pasado 1 de abril.

No obstante, Maduro ya remarcó que el referendo opositor es inconstitucional y ha advertido que los planes de entorpecer la elección de la ANC constituyen delitos electorales que están contemplados en las leyes venezolanas con penas de prisión.

El jefe de Estado juró por Dios»que nadie va a impedir que se lleve a cabo este proceso electoral, a su modo de ver, «el único camino para lograr la paz».

Entretanto, una tercera cuenta regresiva arrancó el martes en el país luego de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) pidiera cinco días para decidir el destino de la fiscal general, Luisa Ortega, quien ha cobrado protagonismo en medio de la crisis por sus críticas al Ejecutivo.

La fiscal, que culpa al alto tribunal de haber roto el hilo constitucional y al Gobierno de cometer terrorismo de Estado por reprimir las protestas, puede quedar fuera de su cargo en caso de que el Supremo halle méritos para enjuiciarla, luego de aprobar una demanda introducida por el diputado chavista Pedro Carreño.

El accionar de Ortega desde finales de marzo, en cierta medida, disparó la ola de manifestaciones a favor y en contra del Gobierno, que durante las primeras semanas fue sumando días y víctimas, como foco principal, y que ahora parece eclipsada por la pugna entre poderes y la alta tensión política.

No obstante y tras 91 muertes, cientos de heridos y miles de detenciones; las protestas en las calles continúan y, según ha dejado claro la MUD, se irán radicalizando a medida que pase el tiempo, un factor que ahora va en descuento mientras la crispación social y la incertidumbre aumentan.




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