"La esperanza no es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, salga como salga"
Vaclav Havel
La esperanza no es una alegría fingida, ni un sentimiento ligero de reflexión, se trata de una fuerza interna que nos empuja hacia lo desconocido, lo que intuimos, que está por llegar. La esperanza es una fuerza que nos convida hacia un porvenir promisorio, pero sin caer en espejismos o en la en la ilusión de que todo tendría que darse como lo habíamos imaginado, o lo habíamos escuchado. La esperanza se alimenta de lo que hemos vivido y de cuanto acontece en la actualidad. La esperanza comporta confiar, ilusionarse, desear y creer, pero es más que confiar, ilusionarse, desear y creer.
Hablábamos de esperanza, de compromiso y perseverancia cuando escuchábamos que sería imposible llegar a un proceso electoral, que había que retomar aquellas sempiternas negociaciones. Y contra viento y marea se realizó la Primaria, sin contar con el CNE, con nuestra esperanza, nuestras cajitas y la democrática voluntad de una ciudadanía comprometida. Fue electa María Corina, pero las trapisondas típicas del régimen la inhabilitaron sobre la marcha. Pero siempre estuvo viva la esperanza de contar con una persona ideal para la elección presidencial ... Y se logró un indiscutible triunfo el 28 de julio.
Llego el 10 de enero y con él la tristeza nacional, la desesperanza, la desilusión, pues las expectativas eran muy elevadas y resulta arriesgado precisar fechas a los procesos políticos de cambio, porque son muy impredecibles. Pero, si nos invade la impaciencia y la tristeza, el desánimo nos arropa y todo lo vemos oscuro. La penumbra se volverá luminosa si tenemos una actitud positiva, en esta etapa que nos invita recomenzar con ánimo que nos caracteriza.
Necesitamos encontrar una esperanza a la altura de la frase de Vaclav Havel, una que no podemos lograr sin un esfuerzo individual que nos comprometa en la labor de descubrir un sentido en lo que nos ocurre como sociedad. Por allí podríamos abordar y superar la situación de desesperanza pasajera. Retomando la precisión del concepto que expresó ese ejemplar hombre que citamos en el epígrafe, encontramos que "...Casi todas las cosas esenciales por las que luchamos, o a través de las que damos sentido a nuestra vida, trascienden claramente el horizonte de nuestras propias vidas ...La esperanza no es lo mismo que la alegría por el éxito o la inversión en proyectos con probabilidades altas de éxito, sino la capacidad de trabajar por algo porque es lo correcto, sin importar si tiene éxito o no. Cuanto menos prometedora sea una situación, más profunda es la esperanza. La esperanza no es optimismo sobre los resultados, sino certeza de que algo tiene sentido sin importar los resultados." ...
Lo expuesto por Havel nos invita a reconocer el carácter irreductible de la esperanza. No se trata, nos advierte, de un estado anímico; se puede estar desesperado y no desesperanzado; la esperanza va y ve más allá que el optimismo y el pesimismo. Tampoco depende de la probabilidad de los escenarios positivos; no es resultado de un ejercicio intelectual de orden estadístico... Cuánta razón tiene el Consejo de Europa al conferirle a María Corina Machado, el premio Václav Havel.
Lo repetimos, tenemos esperanzas. Pero no podemos simplemente esperar a que esas esperanzas se hagan realidad. Debemos llevarlas a cabo nosotros mismos. Quizás, entre otras cosas, recurriendo a aquellos que tienen influencia pero permanecen quietos en vez de actuar.