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La extrema derecha alemana, sospechosa de malversación financiera, tiene problemas un año después de su entrada en la cámara de diputados y pronto perderá a su adversaria predilecta: la canciller Angela Merkel.

A finales de octubre, las elecciones regionales en Hesse confirmaban el avance del partido Alternativa para Alemania (AfD) en el panorama político alemán, cinco años después de su creación.

Con un 13% de los votos, el partido antiinmigrantes entró en el parlamento del último Estado federado que le faltaba por conquistar. También cuenta con representación en el Bundestag desde 2017.

En la actualidad este partido nacionalista se enfrenta a múltiples dificultades. Se estanca en los sondeos en torno al 15%, mientras que los Verdes (proeuropeos) ganan terreno y se posicionan como la segunda fuerza del país, con alrededor del 20% de intención de voto.

Además, él, que tanto denunciaba la supuesta corrupción de las formaciones tradicionales, es acusado de presunta malversación en la financiación a través de países extranjeros.

 «Errores»

Se sospecha que una de sus dirigentes, Alice Weidel, recibió un donativo de un empresario suizo. Ella lo negó en un primer momento pero acabó reconociendo «errores» y anunció que se iba de Suiza, donde residía. (AFP)

Se sospecha que una de sus dirigentes, Alice Weidel, recibió un donativo de un empresario suizo. Ella lo negó en un primer momento pero acabó reconociendo «errores» y anunció que se iba de Suiza, donde residía.

Por otra parte, Merkel, en el poder desde hace 13 años, dejará la semana que viene la presidencia de su partido conservador, primera etapa de su retirada de la vida política a más tardar en 2021.

Los líderes de la AfD perderán así a su diana preferida.

«¿Qué va a ser de la AfD sin Angela Merkel?», se pregunta el diario Tagesspiegel, cuando la canciller «fue la cabeza de turco que más movilizó a los militantes» tras la acogida de más de un millón de solicitantes de asilo en 2015.

De hecho el eslogan por antonomasia de la AfD era «Merkel debe marcharse».

La formación de extrema derecha seguirá muy de cerca la elección del sucesor de Merkel al frente del partido democristiano CDU. Si fuese Annegret Kramp-Karrenbauer, apodada «Merkel bis», tendrá un blanco claro.

Giro a la derecha

Los otros dos, Friedrich Merz y Jens Spahn, partidarios de un giro a la derecha y en ruptura con la era Merkel, son más difíciles de combatir.

Si la CDU se inclina a la derecha, «la AfD perderá probablemente a una parte de sus votantes», confirma Sudha David-Wilp, investigador del German Marshall Fund, quien recuerda no obstante que también cuenta con electores decepcionados del Partido Socialdemócrata.

Merz quiere «dividir por dos el peso electoral de la AfD» y descarta tratar con ellos. La extrema derecha cree tener más afinidad con Spahn, conocido por sus duras críticas a la política migratoria.

Se mueve por tanto entre la tentación de radicalizarse para alejarse al máximo de la CDU o, al contrario, integrarse en el engranaje político y establecer alianzas.

El movimiento está formado por distintas corrientes. Hay ultras cercanos a círculos neonazis y que flirtean con el negacionismo; otros defienden una línea menos radical.

La dirección del partido llamó al orden esta semana a sus juventudes por llamamientos a la violencia y declaraciones racistas. Y es que la AfD teme por encima de todo ser objeto de una vigilancia oficial de los servicios de inteligencia de Alemania. AFP




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