Doce años han pasado desde la primera reconversión monetaria, la cual le sustrajo al bolívar tres ceros y lo renombraron como fuerte. En aquel momento se desarrolló modelo de crecimiento y de bonanzas basados en los altos precios del petróleo, estos ingresos se emplearon para financiar un gasto público sin precedentes y una política fiscal absolutamente desordenada, misma que se financió con el abandono de la política monetaria basada en el financiamiento de este inmenso gasto público el cual solo era posible gracias a los elevados precios del petróleo. En el periodo 2002 al 2012, la República recibió un billón de dólares, y estos recursos no se emplearon en lo absoluto para reinvertir en la propia industria petrolera fuente del 96% de los ingresos nacionales.

Es así como desde 2008 nos acostumbramos a coexistir con elevada inflación y además con un signo monetario que poco a poco perdía las cualidades monetarias, en 2013 el país vivió una difícil transición política y el gobierno, ahora en manos de Nicolás Maduro, tuvo que sortear las dificultades de una contracción en materia petrolera y el estallido de una dolorosa hiperinflación, fenómeno este que eclosionó en 2017, para ser más precisos en Noviembre de ese año. No podemos dejar en huelga que en 2015 Nicolás Maduro presentó su único informe de gestión ante la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, ante el silencio estadístico del Banco Central. A escasos  minutos de iniciar esta rendición de cuenta se dióun corte de inflación a septiembre de ese año, que ubicaba a la inflación en 150%, para posteriormente presentar un dato de inflación según el cual para 2015 se ubicaría en 180,9%.

Desde esta fecha hasta noviembre de 2017, el país se movió en torno a un umbral de hiperinflación, un lugar en el cual el impacto de la inflación es directamente proporcional al grado de monetización e inversamente proporcional al peso del déficit público sobre el PIB, este umbral se hizo insostible en noviembre de 2017 y la economía fue expelida hacia la antigualla hiperinflacionaria, en absoluto silencio por parte del Banco Central y la absoluta irresponsabilidad de las autoridades económicas.

Es menester recordar que en 2014, un año antes de las elecciones para la Asamblea Nacional, el directorio del BCV publicó un manifiesto panfletario en la página oficial del órgano emisor, en el cual reconocía que no publicaría cifras ante la guerra económica, irrespetando preceptos constitucionales y dogmáticos en lo relativo a los elementales principios de autonomía e independencia legal en el manejo y conducción de la Banca Central, y es en 2018, luego de cuatro años que se entregan unas cifras “oficiales”,  donde a pesar del afán por ocultar la realidad del desvío inflacionario, debieron reconocer este problema, más obviamente no identificaron la causa, la cual es una sola, la emisión irresponsable de dinero, para financiar un déficit fiscal inmenso, la hipertrofia del Estado y el inmenso desorden fiscal impuesto, entre el cual se encuentra el vicio de  corrupción a niveles inaceptables, configurando un cuadro de absoluta cleptocracia.

La severidad del fenómeno hiperinflacionario, han orillado a los agentes económicos a sentir repudiabilidad por el bolívar, nuestra moneda jamás se recuperaría luego del fatídico 20 de agosto de 2018, momento en el cual se anunciaron un conjunto de medidas que incluían la reconversión monetaria, ahora eliminando cinco  ceros a la moneda y creando de facto el bolívar soberano, se sentaban las bases para un fenómeno soterrado de dolarización fáctica, asimétrica y transaccional de la moneda, que se terminó de establecer al 80% de las transacciones en el territorio nacional durante los meses de confinamiento, meses en los cuales cada atisbo por proponer cierto orden, a la entropía de este doloroso y desigual proceso de dolarización, eradescalificado por el gobierno nacional, así fueron anulados los avances de la banca por digitalizar los movimientos de las cuentas de custodia en dólares, se impidió la instalación de cajeros dispensadores de dólares y se ratificó por medio de la Vicepresidenta de Economía, la abogado Delcy Rodríguez, que el país no se dolarizaría, llegando al extremo de asomar que el bolívar era una moneda sólida. El propio Nicolás Maduro, en cadena nacional, indicaba que el fenómeno de la dolarización era plausible y una válvula de escape para la economía nacional, sin importarle los altísimos niveles de desigualdad que esto producía en una población con 97% de pobreza y 80% de pobreza extrema, el chavismo  puede ser definido como el impulsor superlativo de los fallos sociales existentes en la era de la Venezuela republicana, ahora exacerbados por la arrogancia fatal de un modelo económica inviable, anacrónico y anquilosado, incapaz de lograr la efectividad del cálculo económico.

Anunciar una nueva moneda no está reñido con los planes de solución y abatimiento de las hiperinflaciones, pero en Venezuela no existe tal intención, por el contrario, estos desvíos de los objetivos basados en la estabilidad en precios, permiten lograr mayor grado de perpetuación en el poder, las monedas están sustentadas y ancladas, más que a las reservas internacionales, (donde Venezuela presenta sus niveles históricos  más bajos), a la confianza y a la credibilidad. Reconvertir al Bolívar lo tornaría más tóxico y más repudiable, y desplazaría la demanda de los agentes hacia la moneda de mayor confianza, es decir hacia los dólares, constituyendo un aval a lo propuesto por Jevons sobre la ley de Gresham, demostrando así que el criterio de que la moneda de mala calidad expulsa a la de buena calidad, no es un axioma incontrovertible. Cada vez se acepta con mayor reticencia a los bolívares, aunque se trasladen los precios al tipo de cambio, es preferido pagar en bolívares y deshacerse de estos, que conservarlos y someterse a su perdida intertemporal, a causa de la espiral de hiperinflación.

Así los agentes económicos sentirán repudio por el bolívar y asumirán al dólar como mecanismo para fijar precios, resultando absolutamente inútil esta incorporación de una nueva moneda o reconversión monetaria, si las condiciones que han perfilado este desastre económico se mantienen indemnes. Me refiero a una absurda política por emitir bolívares por la vía fiscal y destruir así los equilibrios de coordinación entre los agregados intermedios de liquidez monetaria y la estabilidad en precios, caso absolutamente atribuible al fracaso del chavismo en la conducción económica del país.

 

Finalmente, incorporar una nueva moneda supone modificar la constitución nacional, y si se mantiene el mismo desorden fiscal y su contraparte monetaria, nada asegura que se le confiera confianza a esta nueva especie monetaria, Si bien es cierto que estas prácticas han sido prescritas ante otras crisis de hiperinflación, también es cierto que existía un robusto plan por abatirlas pasando por la disciplina y austeridad fiscal.

Tan cierta es esta aproximación que presentaré al lector la cifra de expansión de liquidez monetaria del 13 de noviembre al 11 de diciembre, la cifra en términos relativos supera el 39,54% un valor increíblemente alto, en medio de una espiral de hiperinflación, ante esta conducción absolutamente descabellada de los destinos monetarios del país, es absolutamente inviable hacer este tipo de anuncios, tan lejanos como la dolarización que tiene limitaciones jurídicas y barreras ideológicas en las altas esferas del gobierno, pues este perdería el amplísimo nivel de libertad que tiene de emitir desordenadamente un caudal de bolívares sin soporte en confianza a la economía, siendo esta la causa vertebral tanto de la hiperinflación, como de la destrucción del signo monetario.

Las dos reconversiones monetarias fueron dos terribles golpes a las cualidades monetarias del bolívar, loa síntomas de desmonetización que ya son crónicos, no son una causa sino una consecuencia del fracaso en la prosecución de niveles de estabilidad, coherencia y correlación entre los objetivos de la macroeconomía aplicada, es decir, en los fines de estabilidad y orden fiscal y solidez monetaria para la estabilidad.

LIQUIDEZ MONETARIA. ( MILLONES DE Bs)
Semana MONEDAS DEPÓSITOS DEPÓSITOS DE LIQUIDEZ VARIACIÓN
al : Y BILLETES (1) A LA VISTA AHORRO TRANSFERIBLES DINERO CUASIDINERO (2) MONETARIA %
   
11/12/2020 (*) 11.463.113 399.711.682 59.682.041 470.856.837 1.146.813 472.003.649 12,69
04/12/2020 * 10.848.641 354.644.916 52.324.818 417.818.376 1.040.106 418.858.482 4,45
27-11-2020 9.924.787 337.949.857 52.194.269 400.068.912 960.041 401.028.953 9,88
20-11-2020 9.894.797 303.237.782 51.284.252 364.416.831 561.522 364.978.354 7,90
13-11-2020 9.054.971 286.814.099 41.647.624 337.516.694 744.201 338.260.895 5,88
Variación de la Serie(%) 39,54

Fuente BCV.

El cuadro presentado, demuestra la absurda política de expandir la liquidez monetaria y monetizar el déficit para financiar el gasto público y se constituye en el óbice fundamental que conjura cualquier intento por ponerle orden al tema monetario nacional.La dolarización asimétrica es una válvula pero no de escape a los dramas de la subsistencia nacional, es una válvula que le permite perpetuarse en el poder a Nicolás Maduro y a su hegemonía, a despecho de la miseria y la ruina nacional, así pues reconvertir nuevamente al bolívar es un efluvio nominal inoficioso e incorporar una nueva moneda un acto de absoluta arrogancia, cuando por el contrario no se ha resuelto el verdadero generador de la hiperinflación, que es en realidad el desorden político. La calidad de la economía de un país tiene que ver con la estabilidad y calidad de sus instituciones democráticas, jamás una frase de Smith fue tan vigente como esta.




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