A pesar de las dificultades propias del contexto nacional, quienes decidimos permanecer en Venezuela y seguimos apostando a una reconstrucción a mediano plazo, buscamos rutas de escape para que las desgracias de vivir un “exilio hacia adentro”, no terminen venciéndonos. Si. El desgaste es acelerado, pero no por eso vamos a dejar de disfrutar de esos detalles, momentos, compartires que hacen la diferencia.

Esta reflexión parte por ciertas críticas, en especial de miembros de la comunidad venezolana en el exterior, que parece enojarse porque expresamos públicamente nuestros momentos de felicidad. Nos invitan a reactivar protestas mientras ellos se esconden detrás del teclado. En lo particular soy feliz cuando estoy impartiendo clases, debatiendo, reflexionando con mis estudiantes; compartiendo con mis afectos, cocinando, haciendo deporte, leyendo, escribiendo, en fin, cuando hago lo que me gusta. Que la situación está extremadamente jodida, eso es obvio, pero no por eso vamos a dejar de soñar y trascender con nuestras acciones.

La felicidad es relativa. El diccionario de la Real Academia Española la define como un estado de grata satisfacción espiritual y física. Algunos filósofos de la antigua Grecia consideraron que la felicidad representa un imposible, no podríamos alcanzarla. Otros señalaban que existen momentos felices, pero no es un estado permanente. Los más optimistas creen que la felicidad es viable y puede alcanzarse de manera definitiva. En este sentido, ser felices dependerá de nosotros mismos como diría Aristóteles. A pesar de los tropiezos y las decisiones gubernamentales que escapan de nuestras manos, hay que darle significado a la vida, disfrutar el presente siempre con proyección al futuro, pero evitando que esa visualización del mañana nos arrastre a la ansiedad.

Para algunos psicólogos la felicidad tiene que ver con la satisfacción de las necesidades, que son tan diversas como el propio ser humano. Relaciones, trabajo, sentirnos plenos, satisfechos, alcanzar metas, estarían relacionadas a ese sentimiento positivo que nos hace sentir felices. Es una realidad que el día a día en Venezuela está lleno de estrés y situaciones complicadas, pero no por eso vamos a dejar pasar esos momentos llenos de energía positiva, que nos nutren, reconfortan y nos hacen realizados, a pesar, como ya lo hemos señalado, de la realidad interna de nuestro propio país.

La felicidad es real. Cada ser humano la experimenta de distintas formas. Su duración dependerá en gran parte de las capacidades que tengamos para sobrellevar dificultades y el manejo de la inteligencia emocional.

Aprovechemos cada experiencia de vida como aprendizaje, toda experiencia genera conocimiento y el conocimiento nos fortalece como un monolito. Ya lo había señalado Sófocles en su momento “la sabiduría es la parte suprema de la felicidad”, y para contribuir con un mejor planeta necesitamos gente pensante, reflexiva y crítica, que desde sus espacios despierteconsciencias con miras a una sociedad menos fragmentada y cosificada.

De esa manera, dejaremos a las generaciones futuras un mundo más equilibrado, justo y seguro, un mundo y un país, en donde ser feliz no sea una tarea cuesta arriba.

En Ig: @luisalonsohp




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