Ya no debería haber justificación para supuestos caminos intermedios, que en realidad suelen coartadas para mantener el status quo. En este caso, la continuidad del poder establecido. Una hegemonía despótica, depredadora y envilecida que tiene en su haber la hazaña mundial de haber sumido a un país en una crisis humanitaria, en medio de una bonanza petrolera. Los tiempos y los espacios para los Samper que nunca faltan, están notoriamente agotados.

Vamos a entendernos. La salida constitucional de Maduro no es una garantía de que el país pueda salir del foso en que se encuentra. Un foso abismal que se asimila a una descomposición general de la nación. Pero la permanencia de Maduro sí es una garantía de que el foso en donde se encuentra el país, se hará cada vez más profundo, cada vez más peligroso, cada vez más invivible para cualquier venezolano de buena voluntad.

Se trata de algo tan obvio que acaso algunos no se dan suficiente cuenta. Por mi parte, tengo esperanza en el futuro de Venezuela y en el potencial de los venezolanos de reconstruir un rumbo afirmativo. Pero eso pasa inexorablemente por la salida constitucional de Maduro. Y no una salida decorativa, para que se quede una marioneta, un pariente cercano o un clon. No. Una salida de verdad.

Y pasa, así mismo, porque esa salida le permita al pueblo expresar su poder soberano en elecciones libres, justas y transparentes, que le abran una nueva etapa a la nación. Solo así, estimo, podremos empezar a salir del foso en donde estamos. La reconstrucción de Venezuela no será tarea fácil, y mientras más demore su comienzo, más complejo habrá de ser el camino por recorrer.

Pero esa reconstrucción social, política y económica, no es una quimera; es una posibilidad que tiene un requisito previo: que Maduro y los suyos salgan del poder, y esperemos que por alguna de las muchas puertas que tiene la Constitución formalmente vigente. Ya la abrumadora mayoría del país está consciente de ello –a pesar de los melindres de alguno que otro encuestador aprovechado, y ya también gran parte de la comunidad internacional está convencida que los venezolanos deben ejercer, sin más dilaciones, el derecho a decidir su destino.

En otras palabras, la garantía positiva hay que constituirla, porque la garantía negativa es lo que tenemos y padecemos. Y esa garantía negativa la representan Maduro y su camarilla.

flegana@gmail.com

 




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.