La crisis que se ha instalado en el país, obedece a la concentración de los anacronismos de un modelo basado en la hipertrofia del Estado y la expansión del gasto público basada en la bonanza petrolera, basados en que el boom petrolero seria eterno se emprendió desde 2006 una violenta política de confiscación de tierras que reditaba en el devenir histórico del país una idea absurda y atávica traída del siglo XIX, de este punto se decidió expoliar a empresas productivas que eran agentes pasivos del fisco y además fuente de empleo y riqueza, para dejarlas quebrar de la mano de un Estado poco preparado, quien tiene el agravante de no haber acometido las inversiones necesarias en la empresa petrolera nacional, misma que representaba el 97% de todo lo facturado por el país.

Así la crisis de servicios públicos, de combustible, y finalmente la hiperinflación son las consecuencias ineludibles de este proceso de expansión de gasto público, y el crecimiento de un déficit público financiado, por la vía de la emisión desordenada de masa monetaria (M2), cuando se derrumbaron los precios del petróleo.

Como sociedad decidimos obviar esa señal de alerta histórica desde los labios de Uslar y Adriani y esta vez no solamente dejamos de sembrar el petróleo, también abandonamos los  campos y se comenzó un proceso de desinversión en la empresa petrolera nacional PDVSA, la cual fue un ejemplo para el mundo en desarrollo y desarrollado.

La ruina de Venezuela coexiste con la caída de los precios del petróleo y el voraz endeudamiento iniciado por la era Chávez, y continuada por Maduro. En 1998 el nivel de deuda externa no superaba los 23 mil millones de dólares, hoy al cierre del 2020 supera los 150 mil millones de dólares, y en materia de financiamiento al gasto público, el BCV extendió una línea de crédito a PDVSA por 21,5 mil millones de dólares, más de tres veces el monto de las Reservas Internacionales.

No es de sorprender que hoy ostentemos esta crisis traducida en miseria, hambre y depauperación, somos un reto para los organismos multilaterales dado que jamás un país presentaba estas cifras sin pasar por una guerra o un evento natural caótico.

Las cifras de la caída en los montos facturados en materia petrolera dan cuenta de esta realidad, se abandonaron los campos petroleros y refinerías, su personal fue expoliado y purgado por Chávez en 2001, acusados de tener méritos y acuñando esa infeliz falacia de “meritocracia”, como si el estudio y la preparación se tratasen de aspectos proclives para producir repudio, fueron sustituidos gerentes, directivos y personal profesional, por elementos sin escala profesional y ética, esa fue la muerte anunciada de PDVSA y su historia de profesionalismo, este final fue sellado por Chávez en uno de sus picos de anestesia moral, quien con silbato en boca dejó vacía a la única empresa pública que no se había jamás afectado por los vaivenes políticos del país, la petrolera fue involucrada en toda suerte de negocios y proyectos fallidos, y veintidós años después nuestras refinerías son un amasijo de chatarra, imposibilitadas para satisfacer la demanda interna de un país petrolero que atraviesa un pertinaz escasez de combustible en el marco de una pandemia global, en verdad el chavismo es un oxímoron.

 

Años Ingreso Petrolero (mm$)
2013 85.603
2014 71.732
2015 35.136
2016 25.942
2017 31.497
2018 25.850
2019 6.000
2020 2.700

Fuente agencia Internacional de Energía PDVSA

Los datos  precedentes dan cuenta del desastre y abandono del sector petrolero, pues si bien es cierto que los precios han caído, con ellos también lo ha hecho la producción, y de allí lo ruinoso de estas cifras. En materia de control de precios estos resultados de la caída del ingreso llevaron al financiamiento deficitario del gasto público y a la antigualla de la hiperinflación, la cual inicio en noviembre de 2017, presentando hasta la fecha 36 largos e implacables meses y constituyendo en sí mismo un fenómeno de larga data sólo superado por Grecia y Nicaragua.

Es menester recordar que el objetivo final de todo Banco  Central es mantener la estabilidad en precios y la estabilidad y fortaleza del signo monetario nacional, el tipo de cambio es el objetivo último de la política monetaria, llamado por la jerga económica objetivo operativo, este objetivo al financiar un gasto público con la inyección desordenada de moneda en el marco de una hiperinflación, supone la destrucción del poder de paridad de compra de la moneda local y finalmente su repudiabilidad, si la política fiscal se basa en la transferencia desde el gobierno a la población, atendiendo a la destrucción del salario, estas transferencias y pagos a proveedores en una moneda en franco proceso de desagio o desvalorización engendraran una presión al alza del tipo de cambio.

Es necesario igualmente compilar que el bolívar como moneda ha pasado por sendos procesos de reconversión: el primero, donde se eliminaron tres ceros y se dio curso a la nueva especie bolívar fuerte, y el segundo, en el cual se le eliminaron cinco ceros, para que de esta manera le fueran sustraídas al signo monetario todas sus cualidades dinerarias, es decir no es medio de pago, unidad de cuenta y menos reserva de valor.

Desde 2019 vivimos un proceso de dolarización desde la demanda, fenómeno este que se ha agudizado como resultado de la pandemia y de la contracción de la actividad económica. Los volúmenes de efectivo en bolívares que circulan en las calles no superan el 3%, del total de la masa monetaria expansiva o (M1), todos los precios son fijados en dólares pudiendo ser pagados a la tasa de cambio del mercado paralelo, la cual es 860 mil veces el valor de cualquier precio, y es aquí en donde comienza a funcionar la neolengua para la confusión, el tipo de cambio es de 855. 871,44 Bs/Usd, cantidad esta que al agregarle los ocho ceros deflactados o eliminados se escribe 85.587.100.000.000 Bs/Usd y se pronuncia ochenta y cinco billones 587 millardos cien millones de bolívares por dólar, una cantidad digna de ser leída por Rabelais, el autor de la gigantomaquia y de la obra el gigante “Gargatua y su Hijo Pantagruel”.

 

En verdad Chávez fue un gigante si sumamos la gigantesca cantidad de distorsiones económicas y fracasos en esta materia, los cuales fueron profundizados por su sucesor al aniquilar al bolívar como signo monetario y como institución social y con este al salario, hoy somos una economía fracturada y profundamente desigual, insisto un modelo que promovía la igualdad y la justicia, devino en la consagración de la más horrísona y cruel iniquidad, el chavismo es una entelequia, en el lapso de un año el tipo de cambio presenta una alarmante conducta en términos de depreciación, pérdida de capacidad de compra y devaluación, fenómeno de pérdida de valor frente al signo monetario externo, la cual no puede ser superior al 100% .

Devaluación y Depreciación en un año.
Tipo Cambio Paralelo al  20/11/2020  855.871,44
Tipo de Cambio Paralelo al 20/11/2019    33.492,19
Depreciación 2455,44%
Devaluación -96,09%

 

El Banco Central de Venezuela es una torre de concreto inerte sin reservas operativas para frenar la hiperinflación pues esta es obra de la pérdida de la autonomía e independencia del órgano emisor y de su financiamiento al gasto público, igual adolece  de musculo operativo y para detener la escalada alcista, promovida desde el desorden fiscal, las estimaciones de PDVSA, con un tipo de cambio a 1,200.000 Bs/Usd, son cada vez más factibles y con ellas más cercanas el hambre y la miseria, cuando el dinero  se produce sin control genera estos extravíos sociales.

“Se decía que en un banco central el secreto acerca de las decisiones de política monetaria era la mejor política: los bancos centrales, como la autoridad, no deben hablar de sus intenciones futuras políticas”.

Janet Yellen

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