Madre María de San José, 25 años de su beatificación

El 7 de mayo de 1995 en la plaza San Pedro de Roma se llevó a cabo uno de los actos más importantes para la iglesia católica venezolana. Ese día el papa Juan Pablo II procedió a la beatificación de la Madre María de San José, convirtiéndola en la primera venezolana en recibir esta distinción.

Han pasado 25 años de ese hecho, por lo que es una ocasión propicia para intensificar la oración pidiendo su intercesión por nuestras necesidades y al mismo tiempo pedir su pronta canonización.

EMOCIÓN INDESCRIPTIBLE

Un cuarto de siglo ha pasado del acto de beatificación, pero el padre Antonio Arocha, párroco de La Candelaria, lo mantiene presente en su memoria porque fue parte de la ceremonia.

Era seminarista para a época y estudiaba segundo año de teología en el Pontificio Seminario Romano Mayor. Ese domingo, junto a otro venezolano, el padre Alberto Castaño, formó parte del servicio litúrgico que presidió el Sumo Pontífice, Juan Pablo II. De hecho le correspondió el lavatorio de las manos de su Santidad.

El sacerdote recuerda que fue una ceremonia muy bella, con asistencia de un millón de personas aproximadamente, y Venezuela tenía una buena representación. Había un espectacular coro de niños entonando los cánticos religiosos. “Fue muy emocionante el momento en que se develó el telón con la imagen de la madre María de San José. Fue algo indescriptible”.

A la ceremonia asistió todo el episcopado venezolano, así como un buen número de sacerdotes y laicos, porque en ese año la gente podía viajar a Roma sin mucho contratiempo. “Era impresionante ver la cantidad banderitas de Venezuela desplegadas por toda la plaza de San Pedro. Fue algo hermoso que nunca olvidaré”.

El sacerdote comentó que los venezolanos nos sentimos realmente orgullosos de nuestra primera beata. Califica a la madre María de San José como excelente modelo de santidad,  caridad y servicio a los más humildes. Está en la cola junto a otros tantos venezolanos que van camino a los altares como el venerable Dr. José Gregorio Hernández y el Siervo de Dios Monseñor Salvador Montes De Oca.

SU HISTORIA

Laura Evangelista Alvarado Cardozo, la madre María de San José, hija de Clemente Alvarado y Margarita Cardozo, nació en Choroní, en el estado Aragua, el 25 de abril de 1875.

Desde su infancia llevó una vida cristiana ejemplar. A los cinco años se trasladó con su familia a vivir en la ciudad de Maracay, capital del estado. A los trece se consagró al señor. En su primera comunión el 8 de diciembre de 1888, día de la Inmaculada Concepción de María Santísima, hizo su voto de virginidad. De allí y hasta su muerte vivió sólo para él, en pobreza y humilde sencillez.

En 1892, a los 17 años, le impusieron el santo escapulario de la Virgen del Carmen. Luego en 1893, el sacerdote Justo Vicente López Aveledo fundó la Sociedad de las Hijas de María y Laura pasó a formar parte de ella, renovando así sus primeros votos de virginidad perpetua, también un día 8 de diciembre.

De los 18 años en adelante, asesorada por su director espiritual el presbítero López Acevedo, comenzó a dedicarse al servicio de los más pobres. El sacerdote en 1893 fundó el Hospital San José, el primero de Maracay, en beneficio de la clase desposeída y allí comenzó su labor.

Próxima a cumplir sus 24 años, Laura recibió del padre López la dirección y administración del hospital. Fundó igualmente el padre López la congregación religiosa de las Agustinas Recoletas en Venezuela y la religiosa la pasó a dirigir en 1903 como superiora de la comunidad. Desde entonces se le llamó madre María de San José.

Después de una fructífera vida de sacrificio, caridad y ferviente amor por Jesús, murió santamente la Madre María en Maracay el 2 de abril de 1967, a los 92 años de edad.

Sus exequias se efectuaron con emotivas honras fúnebres, luego de permanecer sus restos tres días en capilla ardiente. Hoy, reposan en la Capilla de las Hermanas Agustinas del Hogar “Inmaculada Concepción” de Maracay donde transcurrió la mayor parte de su vida.

EL PROCESO DE BEATIFICACIÓN

El proceso de su beatificación comenzó en 1978. En 1982 ocurrió la curación de la hermana Teresa Silva, quien se encontraba inválida por penosa enfermedad y a quien la Madre le había profetizado su curación años antes. Este milagro, obtenido de la misma Madre, fue aprobado por decreto papal de Juan Pablo II en 1993. En 1994 fue trasladado su cuerpo incorrupto al sarcófago de cristal para la veneración de sus hijas espirituales y fieles.

El papa Juan Pablo II dijo el día de la beatificación de la religiosa, que fue una mujer que supo fundir de manera admirable oración y acción, consumándose en un amor ilimitado hacia Dios y en la práctica de la más genuina caridad hacia el prójimo.

Este privilegio de ser beata lo comparte la madre María de San José con las madres Candelaria de San José y con Carmen Rendiles Martínez. A las tres les falta solo la comprobación de un milagro para que sean canonizadas y por ende convertidas en santas.




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