La exposición "Mujeres fotógrafas de guerra" en El Museo de la Liberación de París (Foto Twitter)

El Museo de la Liberación de París rinde homenaje desde este martes a ocho fotoperiodistas mujeres de zonas de conflicto, que abrieron el camino en un mundo de hombres a una visión del sufrimiento que generan las guerras en la segunda línea de combate: la que ocupan los más desprotegidos.

Las fotografías de Lee Miller, Gerda Taro, Catherine Leroy, Christine Spengler, Françoise Demulder, Susan Meiselas, Anja Niedringhaus y Carolyn Cole recuerdan en la exposición «Mujeres fotógrafas de guerra» la evolución de la cobertura de conflictos armados en los últimos 90 años, comenzando por la Guerra Civil española.

Allí, en un accidente tras la batalla de Brunete en 1937, perdió la vida Taro después de haber cubierto durante meses la sangrienta batalla en la que los civiles eran por primera vez víctimas directas y blanco de la guerra.

De estas ocho fotógrafas, también perdió la vida en una de sus coberturas la alemana Anja Niedringhaus, en Afganistán en 2014.

«Estas mujeres están ante todo en el terreno para ver qué pasa y enviar información». Al margen de la sensibilidad de cada una, las mujeres fotógrafas de guerra tienen más facilidad a acercarse a los civiles y salir de las zonas de conflicto para ver a los refugiados e interesarse en lo que hacen las mujeres, combatientes o no», dice la comisaria de la muestra, Sylvie Zaidman.

Zaidman, que destaca esta especificidad en la mirada de las mujeres detrás de la cámara, destaca además cómo el profesionalismo se ha ido imponiendo en un trabajo que empezó entre aficionados, hasta ser utilizados por los gobiernos como arma de propaganda en la Primera Guerra Mundial.

La simplicidad de las cámaras, que pasan a ser más manejables a partir de los años 30, ayudan a muchos fotógrafos a desarrollar su propia mirada sobre los conflictos y su propia interpretación de la situación.

Algunas de las imágenes de la exposición, pasando por la Segundad Guerra Mundial, la revolución en Nicaragua en los años 1970, las guerras del Golfo o las Irak, más recientemente, dan muestra no solo de la tragedia de los ciudadanos, sino también de la perplejidad con la que los soldados se encuentran a veces en conflictos que no entienden.

«La forma de hacer la guerra ha cambiado y la forma de contarla también. Ahora esperamos también de los fotógrafos que, frente a la oleada de imágenes que nos llegan, sus fotografías sean más objetivas y den el punto de vista justo», añade Zaidman.

La estadounidense Carolyn Cole, fotógrafa del diario Los Angeles Times que ha seguido durante más de veinte años los conflictos en los que ha estado envuelto Estados Unidos, estuvo presente en la inauguración de la exhibición en la que destacó su orgullo por compartir cartel con fotógrafas que «le abrieron el camino» para poder trabajar en conflictos.

«En la guerra de Afganistán los fotógrafos empezaron a convertirse en un blanco y esto ha ido a peor. No estamos viendo esto en Ucrania, donde no hay fuerza como el Estado Islámico, pero creo que antes los periodistas teníamos una burbuja de protección que ya no existe», dice Cole a EFE al margen de la exposición, abierta al público hasta el 31 de diciembre.

La fotógrafa ha dejado atrás los conflictos «entre hombres» para centrarse en el conflicto «mayor» que enfrenta a los hombres con la naturaleza»: el calentamiento global.

«Ahora cubro el medioambiente, siento que mi responsabilidad es cubrir este conflicto dominante que tenemos en el mundo ahora mismo, sin menospreciar por supuesto lo que pasa en guerras armadas», comenta.




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