La “moral” (una palabra de origen latino, que proviene del término “moris”: costumbre) es un concepto escurridizo. “Moral” es un constructo creado para compilar ideas del ser humano que tienen que ver con justicia, bondad, maldad… Es decir: el conglomerado de creencias, opiniones y normas que orientan el comportamiento de las personas -individual y grupalmente- en una sociedad y cuyo objetivo es ser el modelo de conducta aceptado. Ideas sobre cómo “ha de ser” el proceder humano, una serie de reglas no escritas, algo así como un fuero interno con que la especie humana “mide” lo “acertado” de sus acciones en una escala en donde lo alto está esa idea denominada “Bien” y en lo más bajo esa idea denominada “Mal”.

Es determinante saber que lo moral es “relativo (dependiente, condicional)”, pues lo moralmente aceptado por una colectividad (una cultura, una religión, etc.) puede ser “inmoral” (contra la moral) o «amoral» (sin moral) para otras, pues la existencia de acciones y actividades susceptibles de valoración moral se fundamenta en el ser humano como sujeto de ejercer actos voluntarios, abarcando la acción personal en todas sus manifestaciones y su referencia respecto de los valores asumidos.

el concepto de “moral” se diferencia del de la “ética” en que ésta reflexiona lógica y razonablemente

Otro determinante a tener presente antes de proseguir en esta temática es que el concepto de “moral” se diferencia del de la “ética” en que ésta reflexiona lógica y razonablemente sobre los diversos esquemas morales con la finalidad de hallar principios racionales que determinen lo que son acciones correctas (las de “cómo debe ser”) y las que son incorrectas, es decir: busca principios absolutos (universales), independientes de la moral de cada cultura.

Curiosamente y por lo anterior, el comportamiento moral está íntimamente ligado con la vida de los demás, con la idea de que existen otros seres humanos que pueden verse influidos por las decisiones personales. El comportamiento moral, de hecho, parece ir en una única dirección: una capacidad de no anteponer siempre el beneficio, de mirar por los demás en aras de un bien común que no tiene por qué ser ni directo, ni inmediato ni concreto.

Pero, ¿de dónde brota esta capacidad de comportamiento? ¿por qué la gente no es capaz de siquiera considerar comportarse moralmente? ¿qué beneficio aporta la moral al comportamiento humano?

Aunque la moral parezca para muchos humanos como un dulce fruto del cerebro que les separa del resto de animales y durante siglos se hayan señalado estas capacidades como ejemplo de la naturaleza “más elevada”, lo cierto es que esa “naturaleza elevada” no encaja mucho en el funcionamiento de la naturaleza misma. Todo lo que se tiene como especie es fruto de una evolución moldeada por el paso del tiempo y los muchos diferentes contextos evolutivos por los que la filogenia ha transcurrido.

La capacidad “moral” no debe ser considerada mejor o “más elevada” que, por ejemplo, las garras para un tigre o que cualquier mínima capacidad de una bacteria: los humanos son especies coetáneas, por tanto, igualmente válidas para la supervivencia y, esto, igual de bien dotados y válidos a ojos de la naturaleza (de hecho, las bacterias llevan muchos más siglos en este planeta que las personas).

Se ha de pensar, pues, que esta capacidad para distinguir entre el “bien” y el “mal” está con la especie humana porque ha resultado adaptativa de alguna forma. Ha sido seleccionada esta capacidad de contraponer opciones y añadirle el valor de “bueno” y “malo” basada en una serie de circuitos neurológicos porque ha resultado útil a la especie. Su valor se vuelve obvio: el comportamiento moral es una inestimable ayuda para una especie que debe vivir en grandes sociedades como la actual.

La gente debiera comportase moralmente porque le resulta útil y ventajoso. El hecho de poder “ser morales” le facilita la vida. Sin dicha capacidad para comportarse moralmente, la vida humana en sociedad sería harto más difícil. A pesar de esto: actualmente, se ve que se propicia un deterioro moral inmenso en la sociedad venezolana, inducido por el estilo  actitudinal de la dirigencia del actual régimen.

Deducida la justificación natural del comportamiento moral, ahora hay que detenerse en examinar las capacidades personales que permiten dicho comportamiento.

¿Qué permite el comportamiento moral? Se puede tratar de desgranar tal conducta en una serie de capacidades necesarias: un talento para elegir entre diversas acciones; un aptitud para conocer lo “bueno” y lo “malo”; una disposición para contrastar con el resto y, en términos generales, una facultad para interiorizar normas sociales y aprendizajes relacionados con ellas (educación en moral).

Una capacidad de elegir entre acciones: flexibilidad, consciencia y voluntad. El hecho de que se es capaz de ser seres morales se debe a que se dispone de un cerebro lo suficientemente evolucionado que lo permite. Claro está que decir que las personas son morales porque se tiene cerebro es un argumento que a nadie satisface.

Pero las bases del comportamiento moral, como las de cualquier otra conducta, se encuentran en el funcionamiento mental (ese conjunto de facultades cognitivas que -entre otras- realiza el encéfalo). De aquí que se puede decir que para ser morales se necesita disponer de una serie de habilidades y destrezas (competencias) cedidas por un desarrollo mayor del cerebro comparado al de otras especies.

El ser humano puede mantener un comportamiento moral; es decir, basado conscientemente en un conjunto de reglas no escritas, pero consideradas buenas y deseables, a diferencia, por ejemplo, de los caballos (simplemente, porque el cerebro humano ha concedido mayores habilidades de procesamiento de la información).

¿Cuáles son esas habilidades? Algunas que pueden considerarse son las siguientes: 1.- Flexibilidad de comportamiento. La moral y el comportamiento moral, primero, parecen necesitar -para que sea considerado así-  maleabilidad  de la conducta. Ser moral parece ser una “elección correcta”. Por tanto, la moral parece implicar la necesidad de disponer de varias opciones de actuación y adoptar una de ellas: la mejor con respecto a este “escurridizo rasero”; 2.- Consciencia. Dentro de lo flexible del comportamiento humano, para que el mismo sea considerado moral parece que hace falta, además, no sólo una decisión, sino una elección consciente. La existencia de esa serie de opciones parece permitir la existencia del comportamiento moral y, es más, la existencia de éste en distinto grado: ignorar al individuo en una emergencia es amoral, llamar a los bomberos cuando hay necesidad de ello es moral, y correr a socorrerlo sin esperar a los bomberos parece más que moral; 3.- Voluntad. Ligada a la consciencia aparece el propósito intencional de la acción. Para ejecutar la acción consciente hace falta decisión deliberada de ello. Y a su vez, para que una acción sea considerada moral para un individuo es necesario que este individuo haya querido hacerla espontáneamente (por sí mismo) y no se haya originado por coacción; 4.- Una capacidad para conocer lo “bueno” y lo “malo”: emociones. De acuerdo. Para poder ejecutar acciones considerables como morales, se necesita un sistema de comportamiento que permita un abanico de respuestas no automáticas, que permita ser conscientes y voluntarios en la acción. Pero la flexibilidad, consciencia y voluntad pueden considerarse capacidades raíces del comportamiento moral así como de otros muchos estilos actitudinales humanos (por ejemplo, de la adopción de decisiones en general, sean o no morales). El comportamiento moral precisa algo más: el comportamiento/pensamiento moral implica un acto/reflexión en donde se distingue entre lo “bueno” y lo “malo” con respecto a ese fuero de la especie humana; y, 5.- Una capacidad para contrastar con el resto: empatía y reciprocidad.

Recapitulando hasta el momento, se ha dicho que se tiene capacidad de comportarse moralmente porque: A) se puede elegir entre diversos cursos de acción (con base en la flexibilidad de comportamiento, consciencia y voluntad personal); y B) porque las personas cuentan con un sistema de emociones que les permite orientarse hacia unas u otras elecciones con motivo (sentirse bien vs. sentirse mal). Se puede describir todo lo anteriormente expresado como una balanza. La capacidad de elegir los diversos cursos de acción constituiría la balanza y el sistema de emociones serían los pesos que inclinan la balanza en una dirección o en otra.

La empatía. La definición clásica de empatía es la de capacidad de “ponerse en el lugar del otro”. Esta capacidad puede darse en grados diferentes, pero la más significativa para el comportamiento moral puede ser la de reconocer y experimentar las emociones del otro. La empatía permite “hacerse una idea” aplicando una suerte de pensamiento reflexivo de las consecuencias, emocionales y/o de otro tipo, que pueden tener para otras personas una determinada manera de comportamiento elegido.

Reciprocidad y cooperación. El comportamiento moral, como fruto del proceso evolutivo y adaptativo, es útil para el individuo. En este caso, es ventajoso para la persona en sociedad. Es un proceso en el que -en la mayoría de las ocasiones- supone una reducción del beneficio personal para aumentar o preservar el beneficio común. Pero no por ello ha de considerarse el comportamiento moral como carente de beneficio para el individuo. Optar por él significa elegir por vías de comportamiento diferentes  que llevan a un provecho de distinta clase, pero ganancia al fin y al cabo.

Un porcentaje significativo de la población venezolana se pregunta: ¿por qué los máximos representantes de este régimen -que dicen ser “bolivarianos”- exhiben en la gran mayoría de sus actos un comportamiento amoral y no ético? Ejemplo viviente de este estilo de comportamiento es el alto índice  de corrupción, robo, peculado, etc., comentado a vox populi.

 




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