«Si hacemos festejos cuando nace uno de nos, ¿Qué no haremos naciendo Dios?». Lope de Vega

Hoy es Navidad, una celebración que muchos preferirían olvidar para siempre: los ciudadanos que en varias ciudades de nuestro humillado país han sufrido maltratos, robos y saqueos; los miles de ciudadanos afectados por la hambruna, por la crisis humanitaria en la que yace postrada la nación venezolana, por la incertidumbre ante un futuro muy difuso; por una indetenible inflación que quedará registrada en la memoria histórica; por la violencia, los secuestros y la devastadora fuerza del hampa, que tomó por asalto los cuatro costados de nuestro país.

Los miles de ciudadanos que no lograron una asistencia en salud acorde con los ingresos de un país petrolero; los familiares de tantos presos políticos, de innumerables exiliados y perseguidos, que con tanta ilusión trataron –una vez más – que su lema “Navidades sin presos, perseguidos y exiliados políticos”, fuese tomado en consideración por un régimen arbitrario y pendenciero, que tan sólo privilegia sus intereses políticos por encima de cualquier consideración humanitaria.

Sin embargo y a pesar de los pesares, henos hoy, 24 de diciembre, envueltos en esa melancólica y nostálgica época que representa la Navidad, celebrando el nacimiento de Jesús de Nazaret.

La Navidad, de acuerdo a nuestra tradición, es época de nacimiento, es la alegría que vuelve al corazón de las personas y la generosidad de compartirla con otros. Es el misterio y la ternura del pasado, el valor del presente y la esperanza de seguir adelante, más que una fecha, es un estado de la mente. La Navidad, más allá del significado religioso, es la fiesta de la inocencia, de la bondad, de la profunda amistad, de todos aquellos sentimientos en los que debemos perseverar día a día.

La Navidad es, ante todo, un misterio de la infancia… pero hemos crecido demasiado. Para unos es tiempo de melancolía y nostalgia, y estén donde estén, les reconforta con la celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret; en tanto que para otros la Navidad será una triste oportunidad para advertir la pobreza o la angustia en que se vive, puesto es en el momento de la celebración de unos, cuando otros toman conciencia de la nada a la que han sido arrojados por el destino o por la perversidad de los propios hombres. Si la Navidad es tiempo de nacimiento, la invitación entonces que se nos presenta es al renacimiento de la conciencia con verdadera responsabilidad social, de la tolerancia y la comprensión sin distingos de raza, credo o clase social.
A pesar de los vaticinios que nos llegan son poco optimistas, pues parece que se avecina una larga etapa llena de agobios, tensiones, limitaciones y las acostumbradas agresiones, sin embargo, y a pesar de los pesares, vayan, nuestros mejores y sinceros deseos para aquellos que no dedican su vida a odiar y temer y respetan la diversidad del pensamiento; para todos cuantos se encuentren sin “el ratón” de la culpa; para quienes siembran esperanzas en el camino de la reconstrucción de nuestro país; para todos los que dejan en el pasado la indiferencia, la apatía y el miedo, exceso de equipaje para el arduo camino que hay que emprender cuantas veces sea necesario…
Y sobre todo, a cuantos se han sacrificado y postergado sus necesidades por la de sus hijos, pues de esta manera les han enseñado a sacrificarse y postergar las suyas, y ya en eso, va la recompensa.
A todos ellos…Feliz Navidad.

Nos permitimos concluir echando mano a un villancico español escrito por Martín García Ramos, que redondea con mayor precisión la intención de este artículo.
Manuel Barreto Hernaiz

¡Por eso es la Navidad
esperanza y alegría!

Sentada junto a la cuna
canta la Virgen María
Pero el Niño no se duerme
que está la noche muy fría.
Sentada junto a la cuna
llora la Virgen María
¿Por qué llora así la Virgen,
por qué su pecho suspira?
¡Ha visto que entre las pajas
hay una cruz escondida!
Debajo de cada cuna
está la cruz de la vida.
El Niño recién nacido
nos va a decir algún día
Que cada uno de nosotros
tome su cruz y le siga.
Que para que tenga fruto,
ha de morir la semilla,
Que, sólo si muere el grano
podrán nacer las espigas,
¡La vida lleva a la muerte,
la muerte lleva a la vida!
¡Por eso es la Navidad
esperanza y alegría!




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