La Navidad es el momento del año cuando los venezolanos expresan con más fuerza y riqueza su identidad cultural, su diversidad musical y su unidad culinaria resumida en la hallaca como plato central. La Navidad es también, el ciclo festivo de mayor Importancia dentro del calendario religioso popular tradicional venezolano. Además, posee la fuerza de una fiesta que envuelve por igual a toda la geografía nacional, y se expresa en numerosas y diversas celebraciones colectivas que se realizan en nombre de la Natividad o Nacimiento del Niño Dios.
De acuerdo con los registros asociados a La Navidad en Venezuela y su música, están declarados Bien de Interés Cultural por el Instituto del Patrimonio Cultural (IPC), según Providencia Administrativa N° 003/05 del 20-02-2005, publicada en la Gaceta Oficial N° 38.234 del 22-05-2005 y redefinidos en categorías y subcategorías patrimoniales mediante el Sistema RPC-Venezuela, según Providencia Administrativa N° 025/13 del 02-08-2013, publicada en la Gaceta Oficial N° 40.230 del 16-08-2013.
Conforme al Atlas de tradiciones venezolanas de la Fundación Bigott, entre nosotros la Navidad transcurre desde los primeros días de diciembre hasta principios de febrero. Se inicia con la espera y preparación del nacimiento del Niño Jesús y prosigue hasta el cumplimiento de sus primeros cuarenta días de vida, cuando se recuerda y celebra la Purificación de la Virgen. Una de las primeras manifestaciones de este ciclo es el Velorio del Niño Jesús o Danza de los Pastores, realizadas en los estados centrales, el primer domingo de diciembre. Los pueblos andinos van a cumplir sus promesas con la organización de las Paraduras, Serenadas o Niño Perdido, especies de autos sacramentales, que permiten bendecir los cultivos y atraer buenos augurios, que se practican sin fechas precisas desde el 24 de diciembre hasta el 2 de febrero. Los Santos Inocentes, también conocidos como Locos y Locainas, se celebran con gran vistosidad el 28 de diciembre en gran parte del territorio nacional.
El 6 de enero bajan los Reyes Magos en el centro, oriente y occidente del país, mientras los trujillanos salen en romería a presenciar a los Pastores y Reyes de San Miguel de Boconó. Finalmente, el 21 de enero, se cierra la Navidad en el oriente venezolano con las vistosas Diversiones Pascuales que animan la fiesta a Santa Inés, mientras en los Andes concluye todo el ciclo con la danza de los Vasallos de la Candelaria, el 2 de febrero.
Con la Navidad regresan los cantos a lo divino en las melodías de los villancicos y los aguinaldos, así como los temas a lo humano en las animadas parrandas centrales y las sonoras gaitas zulianas, que desde el 18 de noviembre -día de la Virgen de Chiquinquirá- hacen vibrar sus furrucos. A pesar de todos los cambios que ha sufrido la vida del venezolano por el Impacto de la modernidad y la transformación del país de rural a urbano, la Navidad conserva los elementos simbólicos más significativos como período para la solidaridad, la reunión familiar, y el acercamiento humano.
Igualmente es un motivo para reafirmar la fe, al despedir con el año viejo un período que concluye y que le abre paso a la esperanza de los nuevos días.
Una de las tantas costumbres que heredamos de la cultura española, es la de asociar cada ciclo del calendarlo festivo con una música específica. Así durante el ciclo de Navidad los españoles han tenido por tradición entonar rondas de Noche buena, aguinaldos y villancicos, además de romances y canciones narrativas. De todas esas formas musicales que llegaron a América con la colonización, los venezolanos tomamos los villancicos y aguinaldos y los hicimos nuestros al enriquecer su repertorio con nuevos temas e Imprimirles una nueva musicalidad producto de nuestra cultura mestiza.
Junto a esas dos expresiones musicales dirigidas especialmente a alabar el nacimiento del Niño Dios, en nuestro medio surgieron otras formas musicales. Además de aquel aguinaldo cuyos motivos cantan a lo divino, nuestra tradición creó también aguinaldos a lo humano, con el fin de elogiar al espíritu festivo, la alegría navideña. Luego los villancicos y aguinaldos se hicieron expresión musical de grupos espontáneos de aguinalderos/as y de parrandas que cantan de casa en casa, lo que se convirtió en soporte musical de algunas fiestas tradicionales alusivas al Niño Dios.
Por eso hoy forman parte de las Paraduras andinas, y los cantos de los Pastores o Velorio del Niño Jesús en Aragua y Carabobo. Además de los aguinaldos a lo humano o de parranda, la tradición popular creó un conjunto de formas musicales asociadas a la Navidad y conocidas bajo la denominación de gaita. Entre nosotros existe la gaita oriental, la gaita a San Benito y la gaita zuliana. La gaita zuliana, a su vez comprende la gaita a Santa Lucía, gaita de tambora, gaita perijanera y gaita de furro que se distinguen por los instrumentos empleados, sus particularidades musicales, formas de baile y por los temas que les Inspiran. De todas ellas es la gaita de furro, propia de Maracaibo, la que más se ha popularizado, llegando incluso a desplazar al aguinaldo en amplias zonas del país.
No hay duda, de que es esta gaita ha demostrado mayor capacidad de transformación y dinamismo, en ese viejo conflicto entre tradición y modernidad, logrando -por eso- integrarse a la vida de las grandes urbes en los días navideños. De allí que al comparar la evolución de los distintos cantos navideños, vemos que mientras los villancicos y aguinaldos se han quedado en la tradición local de algunas regiones, o en las voces de los orfeones y grupos corales, la gaita de turro y en menor grado los cantos de parranda, se han apropiado del mercado disquero y de los medios masivos de comunicación social.
¡Preservemos y salvaguardemos a Navidad venezolana y sus tradiciones: Patrimonio Cultural de Venezuela!