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Cristian es el solista más joven de la parranda. Foto: Luis Morillo/ Crónica Uno.

La primera vez que Cristian Larez fue a la Parranda de San Pedro tenía cuatro meses de vida. Desde entonces ha continuado con el culto familiar.

A sus tres años ya era uno de los protagonistas del acto; vestía de amarillo y rojo con una banderita de ambos colores, era uno de los dos tucusitos.

Desde que los siete años de edad Cristian le canta a San Pedro y a los nueve empezó a componerle versos. Hoy tiene 16 años de edad y es el solista más joven de la parranda que, desde 2013, es patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.

Su abuelo, Edgar Berroterán, fue clave en la creación de la Fundación Parranda de San Pedro de Guatire, estado Miranda. Por muchos años paseó la figura del santo el día de su festividad.

Este jueves 29 de junio será la primera parranda de Cristian sin su abuelo, ya que murió en el 2021. Sin embargo, siente la cultura parrandera como algo ya inculcado en su corazón.

Cristian también es promesero. Cada año desde la víspera del santoral de San Pedro y San Pablo él asiste a la iglesia para la celebración del entierro de San Pedro. Y reza por su intercesión.

En realidad, tiene actividades desde el principio hasta el final de junio con presentaciones en las escuelas o para gestores culturales. Durante el mes se cambia de su chemise beige de colegio al traje negro “de cucaracho” y el sombrero alto.

“El 1° de junio de todos los años se va empezando. Nos reunimos en la sede (de la Fundación Parranda de San Pedro de Guatire) y vamos a la presentación. El día de la parranda nos arreglamos en la sede y vamos a la iglesia a esperar que el San Pedro salga a la calle”, dijo.

Una leyenda que trasciende los tiempos

Cuando Crónica.Uno entrevistó a Cristian había escapado de su salón para asistir a una exposición a los niños de primaria en su colegio Nuestra Señora del Camino. Ahí cantó junto al cuatrista.

Cristian repasaba sus versos en un blog de notas de su teléfono inteligente: “El San Pedro de Guatire es un santo milagroso”. Los tiempos han cambiado, pero la promesa popular de bailarle al apóstol todos los 29 de junio se mantiene.

Según la leyenda que el parrandero Denis Flores cuenta a los estudiantes, esta tradición inició hace 240 años aproximadamente, cuando el municipio Zamora era tierra de hacendados.

La esclava María Ignacia estaba preocupada por su hija, Rosa Ignacia, quien estaba enferma. Entonces fue a la capilla cercana a rezar por su recuperación y se topó con una esfinge de San Pedro. Al santo ofreció que, si le concedía la curación de su niña, le bailaría todos los años en el día de su santoral.

“Se da el milagro y María Ignacia empieza a cumplir su promesa. Por solidaridad, los otros negros la acompañan. Se van incorporando más y con el tiempo, eso se convierte en una fiesta. Los hacendados, algunos de buena fe y otros por burla, les regalan a esos esclavos su ropa vieja para vestir ese día”, relató Flores.

De acuerdo con la tradición, en su lecho de muerte, María Ignacia pidió a su marido que continuara pagando la promesa por la prosperidad de su familia. El hombre quiso engañar a San Pedro y se vistió de mujer, se puso un sombrero de flores y trenzas de cabello crespo.

Por este motivo los trajes de fiesta de los criollos y la cara pintada de negro son elementos esenciales en el acto festivo. La parranda también incorpora instrumentos que tocan un género musical propio de Guarenas y Guatire.

Sobreviviendo a los cambios políticos

La Fundación Parranda de San Pedro de Guatire divide la historia de la devoción a San Pedro en cinco etapas que han resistido los cambios políticos. En cada una, se han incorporado nuevos elementos.

Durante la Guerra Federal los negros querían asumir una postura neutra para que las autoridades les permitieran seguir con su baile. Por ello, incorporaron a sus prendas tanto la bandera amarilla de la contienda federalista como la roja, de los conservadores.

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Foto: Luis Morillo/ Crónica Uno.

El primer hombre blanco se sumó en 1957. En las etapas sucesivas se incorporaron los versos y la bandera de Miranda.

Luego de dos años y 62 reuniones en 2013 los cultores de Guarenas y Guatire pactaron un convenio con la Unesco, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. El 5 de diciembre de ese año la Parranda de San Pedro fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

“Esta quinta etapa es la más importante porque tenemos que preservar el patrimonio”, coinciden Denis Flores y Luis Hernández, presidente de la Fundación.

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Foto: Luis Morillo/ Crónica Uno

La Unesco reconoció cinco parrandas auténticas, incluso la organizada por la fundación. Estas se caracterizan por los elementos musicales y de vestido. Las mujeres ayudan a organizar y promoverla, pero es una actividad protagonizada por hombres.

El reto de pasar el testigo

La labor de enseñar sobre esta tradición en las escuelas responde a un objetivo tanto de los cultores como los docentes: hacer conocer el San Pedro para continuar con la parranda.

La maestra Dilia Alegría, asesora de la coordinación de cultura de Nuestra Señora del Camino, espera formar una parrandita escolar, como la hay en algunos institutos públicos de la zona.

Por ello, para la actividad escolar convocó a niños con curiosidad por conocer las tradiciones de Guatire. La zona que antes era un territorio fundamental para la economía, al ser haciendas de caña y café, hoy en día es una ciudad dormitorio, lo que supone que los estudiantes de esta institución privada han migrado de distintas partes del país porque sus padres ahora trabajan en Caracas.

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Foto: Luis Morillo/Crónica Uno.

El desarraigo es una de las principales batallas que debe ganar San Pedro para que su parranda permanezca en el tiempo. Otro reto, es el machismo.

“El hombre que viste de María Ignacia es un personaje neurálgico en la parranda, pero prevalece el machismo. Entre los niños hay rechazo a vestirse de mujer”, comentó la licenciada.

Sin embargo, mantiene la esperanza de que los niños se apropien de esta tradición. Su caso de éxito más reciente es la de un pequeño de dos años que accedió a vestirse con las trenzas para la parrandita.

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Foto: Luis Morillo/Crónica Uno.
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Foto: Luis Morillo/Crónica Uno.

Para Alegría es fundamental que la participación no sea una imposición, sino que los jóvenes entiendan cada elemento y lo conserven con cariño.

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