Una de las cosas que, desde siempre, el hombre ha ambicionado es “mandar”. Más que la belleza, más que la fuerza, más que el mismo dinero y eso porqué con el “poder de mando” el hombre lo puede todo. Para mucha gente el “poder” es como una droga que ofusca la mente, que obsesiona. Hay más, para “ciertos gobernantes” …que prefiero no mencionar, la pasión del poder es tan dominante que toda manifestación de simpatía, de amor, de odio o de consideración y de aprecio hacia los demás está subordinada inevitablemente a la conveniencia del poder.  A raíz de esa patología  – porque de auténtica patología se trata  – el comportamiento de esas personas que ejercen el poder, se caracteriza por un arraigado cinismo, por una persistente hipocresía, por una  desfachatez sin límites. Cualquier acción o declaración que hagan, en realidad está rigurosamente finalizada al sustento y al fortalecimiento del poder.

Y para consolidar aún más su posición, por lo general recurren a organizaciones paramilitares pero fuera del ámbito de las FFAA pero bajo su estricto y rígido control de mando, método por otra parte propio de aquellos regímenes autoritarios que buscan sustentarse por medios distintos del apoyo democrático. Así hizo Mussolini con sus “milicias de combate”, así hizo Hitler con sus famosas SS (Schutz Staffein), que significa “brigadas de protección”, así hizo Fidel Castro con su cuerpo de policía secreta, así hicieron otros gobernantes muy conocidos por todos ustedes.

Sin embargo me parece importante señalar que eso de pretender perpetuarse en el poder no es una prerogativa solamente de esos gobernantes que lo han conquistado con un golpe de fuerza, lo cual sería censurable pero comprensible, sino también de aquellos gobernantes que, llegados al poder a través del voto popular, luego han vulgarmente pisoteado, por supuesto siempre en el “nombre del pueblo y de la revolución”, esa misma Constitución que, cuando tomaron posesión de su cargo juraron respetar frente a Dios y frente al país entero. Y eso, a mi manera de ver, es mucho más grave.

Y es mucho más grave porque es una forma de engaño que, con alevosía, con doblez de comportamiento y con un descaro sin límite se le esta haciendo al pueblo que había confiado en ellos. Además lo que es realmente inaceptable es que esos “señores” que padecen de esa patología repesentada por un concepto degradante e indecoroso del poder, pretendan, en primer lugar, “legitimarlo” a través de una pantalla de falsa democracia y luego intenten “justificar” su comportamiento alegando que lo que están haciendo de una manera aparentemente patriótica, es única y exclusivamente por el bien del pueblo y del país. ¿Cómo diferenciar el uno del otro? Muy sencillo! Juzgándolo por los hechos y no por las palabras porque, por lo general, el auténtico hombre de la Providencia, habla poco, trabaja mucho y los resultados están a la vista. El “otro”, en cambio, habla mucho, promete mucho pero trabaja poco y en este caso también los resultados están a la vista! Y así, en nombre del pobre pueblo y de un trillado concepto de soberanía, lo único que hacen  – o mejor dicho que tratan de hacer –  es perpetuarse en el poder.

Desde Italia

 

 

 




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