La actual Plaza Sucre de Valencia, la que alguna vez llevó por nombre plaza del Convento precisamente por estar frente al que era el Convento de San Buenaventura o San Francisco (actual edificio de la Universidad de Carabobo) siempre se caracterizó por ser fresca y silenciosa, aunque era pequeña en comparación con la Plaza Principal (Plaza Bolívar) siempre tuvo una peculiar belleza y armonía.

En el año de 1825, la plaza contaba con un surtidor de agua para el consumo público y en un pasado este acceso al agua se encontraba en la fachada del Convento de San Buenaventura. A la pila de la plaza el agua que llegaba por medio de un “enconductado de mampostería” no solamente surtía a esta pila, también al Convento de las Carmelitas descalzas y Colegio de educandas (hoy día Capitolio) y el Hospital de Caridad (hoy día casa de la Estrella) y procedía de un pequeño manantial que brotaba en un lugar conocido como el “Monte de la Acequia” considerado para el momento las afueras de Valencia.

Sin embargo, el Presbítero Dr. Juan Antonio Hernández de Monagas Capellán y fundador del Beaterio o Convento de Carmelitas y Colegio de Educandas, manifiesta cierta molestia con el tema del agua en una carta fechada del 13 de junio de 1825 y dirigida al Ilustre Ayuntamiento, expresa la penosa situación del Convento que estaba siendo afectado con el tema del agua:

<< A pesar de las instancias y súplicas que hizo al Ylustre Ayuntamiento el año pasado para que dejase el conducto de agua de pila, que pertenece al colegio, cubierto como lo estaba antes con anuencia del mismo Ayuntamiento, no tuvo a condescender con sus suplicas y dispuso quedara al descubierto, expuesto a las inmundicias y a que los muchachos le taparan cuando quisieran: cuyas consideraciones se habían tenido antes, para disponer estuviese a cubierto >>

El padre Hernández de Monagas también expone algo que temía que pasara, desde hace tiempo no llega ni una gota de agua al colegio y cuando llega a la pila es agua sucia, suplica que vuelvan a poner el conducto como estaba anteriormente, ya que en la nueva instalación por descuido de uno de los trabajadores, el conducto que va al colegio quedó más alto que el otro y como consecuencia cuando escasea el agua en tiempos de sequía, no llega absolutamente nada, también manifiesta que el agua de la pila en la plaza del Convento no es aprovechada por los ciudadanos:

<< Resulta que el público no usa este chorro de agua, que se está perdiendo lastimosamente, con perjuicio de un establecimiento a quien por derecho corresponde, y que debe merecer la atención y protección de VS. >>

El dieciséis de junio de 1825, es decir, tres días después el Ayuntamiento dictó la siguiente resolución:

<< En cuanto a lo principal se le accede al representante tape el agua que va al colegio de educandas, y en cuanto a lo otro sí, no ha lugar, en atención a que esta Municipalidad cree, que en los veranos venideros, será el agua más abundantes que en los pasados, a causa de estar incorporando a la Caja principal de la Callería una variante que antes no lo estaba>>

Con el paso de dos años la situación por la falta de agua llegó a ser crítica, mucho peor que la penuria de 1825, entonces el padre Hernández de Monagas formuló unas propuestas al Concejo Municipal para evitar que el Convento y el Colegio siguieran con tal precaria situación.

Propone instalar “Cañerías de modo que la mitad del agua fuera para el colegio y la otra mitad para el público, que saldría por un conducto a la calle, con altura suficiente, previniendo un pequeño tanque que sería colocado en el patio principal del Convento”

Además de proponer instalar dos conductos a nivel para repartir el agua por igual sin perjudicar el uno con el otro, alega que es necesario reprender y castigar a las personas que abran y dañen las cañerías, manifiesta que todos estos gastos correría por parte de la institución que el Presbítero manejaba, es decir el Ayuntamiento no iba a correr con ningún gasto.

Este asunto pasa del Concejo a consideración del Síndico Procurador Municipal y después de algunos días se presenta el informe con la solicitud del Presbítero Doctor Juan Antonio Monagas exponiendo que la pila de agua “no contribuye a ornato público” al contrario, su calle se mantiene embarrialada, y como esta agua no es para consumo humano sino para las bestias no afecta al reducido público la nueva propuesta de establecer la pila en otro lugar, mucho más al centro de la ciudad.

Después de seis días el Concejo soluciona: “Ofreciendo trasladar el agua de la pila que se halla en la plazuela del extinguido Convento de San Francisco de esta ciudad a la parte de la calle que nombran el Sol (actual calle Páez) … y el derecho del rango de agua que corresponde al Hospital de Caridad quede en su fuerza para que en caso de necesitarla en otra oportunidad la pueda llevar sin oposición”

Con el traslado de la pila de agua a la calle del Sol se dio por terminado este asunto que tanto le preocupó durante años al Presbítero Hernández Monagas, la nueva ubicación de la pila de agua años más tarde la recordará el doctor Francisco González Guinan de la siguiente manera:

Los que nacimos a mediados del siglo diez y nueve como otros que nacieron en el siglo anterior conocimos al hospital la Caridad, con agua abundante; los mismo que al Convento o Beaterio que, no solo hacia su uso del agua salobre para sus menesteres de casa, sino que colocó sobre una pared que da a la calle del Sol, una pila pública”.

Referencias Bibliográficas 

Colombet, Miguel. “Carabobo, histórico y pintoresco” Valencia 1967

Macpherson, Telasco.”Vocabulario histórico, geográfico y bibliográfico del estado Carabobo” Edición de la Secretaria de Educación y Cultura. Valencia 1975

González Guinan, Francisco. “Tradiciones de mi Pueblo” Ediciones del Ejecutivo del estado Carabobo. Valencia 1981

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