“No busquemos solemnes definiciones de la libertad. Ella es sólo esto: Responsabilidad.” George Bernard Shaw

Podemos decir que la responsabilidad política es la cualidad de actuar con atención respecto de sus decisiones o asuntos. Es una característica de todo actor político, ante lo que ocurre en su espacio de decisión directa.

La responsabilidad es un factor de mucha importancia en la toma de conciencia de todos y cada uno de los ciudadanos, desde la parte en la que nos corresponde actuar. Para volvernos ciudadanos responsables debemos recorrer muchos caminos y cruzar muchos puentes. Es comentario ineludible en cualquier reunión que participemos, o en la mayoría de los espacios cívicos donde confluyen temores, ansiedades, aprehensiones, desesperanzas pero también ideas y propuestas sobre como salir de este marasmo tan anunciado y que ya nos ha alcanzado, planteándose cual sería ese punto de partida para proceder con el rescate de nuestra democracia y por ende, de nuestro país.

Por supuesto que resulta una tarea harto compleja, delicada, difícil, pues en su cometido es imprescindible mezclar conocimiento, razón, sensibilidad, valores, cálculos, azar, pero sobre todo, coraje y compromiso; casi una alquimia propia del Mago Merlín, pues tal como enseñara Popper, las opciones políticas se dan siempre dentro de un marco institucional determinado que expresa un equilibrio de fuerzas y de preferencias así como de potenciales conflictos entre actores estratégicos. Nunca como en estos momentos, el conjunto de cualidades que condicionan la conducta de quienes tendrán la noble tarea de sacar a la Nación de este espantoso trance , ha ocupado tanto la atención y preocupación de los venezolanos.

Las organizaciones de la sociedad civil tienen que responder rigurosamente al preguntarse qué se debe hacer para recuperar a nuestro carajeado país, tienen que saber qué rol político quieren y cuál rol le dan a los partidos, o si seguirán esperando a que el régimen termine de destrozarles para sustituirlos; pero siempre considerando que la crisis política, desde la perspectiva de la acción política no es responsabilidad de unos o de otros, sino que es responsabilidad de todos. Una vez se hace impostergable llegar a un acuerdo con todos los actores para saber cómo se articulan representación y participación.

¿Es qué aún hay quien lo dude? De la política depende todo, y no es cuestión del Frente Amplio, ni de las “cuadraturas del círculo”; o de tal o cual Partido que fue fracturado, picoteado; usurpado; ni de estrategias, tácticas, encuestas, campañas; no, eso es política electoral.

Es evidente que lo que rechaza la ciudadanía no es la política en sí misma, sino a cuantos han pretendido convertir en una exclusividad suya aquello de «representar y dirigir al ciudadano», apoderándose de su libertad de opinión y utilizándola como un coto cerrado.

En tiempos tan complejos los partidos políticos no deben definir de manera autocrática y menos aún, decretar lo que es verdadero o bueno para el ciudadano. Así tan sólo actúan los regímenes totalitarios.

La mayoría de los ciudadanos aún no se siente atraída por los partidos, pero esta misma ciudadanía se encuentra fascinada por la acción política: discute, se enerva, participa en ella como nunca antes.

Sin embargo, recordemos que el propósito de la sociedad civil no reside en conquistar el poder, sino influir en la actuación de los actores políticos, con la lógica pretensión de buscar un espacio para en el cual converjan el respeto a los derechos humanos y la solidaridad. Lo repetimos: la sociedad civil no es enemiga de nadie, pero sí un juez muy pendiente de la rendición de cuentas.

Ahora bien, los ciudadanos deben pensar por sí mismos y decidir por sí mismos, no clamar porque los militares, los políticos, los empresarios o los sindicatos les indiquen los que deben decidir pues el deber moral del ciudadano de hoy es la lucha por recuperar su país, es la lucha por la libertad y por una democracia auténtica.

Así las cosas, llegó el momento de engranarnos con la propuesta estratégica y hoja de ruta del FAVL para los próximos meses. Ahora a ponerle más énfasis a las cosas que unen en vez de aquellas que nos separan y asumamos nuestro compromiso pues la esperanza es todos, y de todos la responsabilidad.

Manuel Barreto Hernaiz




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