Se mantiene en tendencia. Las redes sociales no se han separado del caso. Tampoco las madres, esposas y demás familiares de los presos políticos que desde el miércoles tomaron una decisión: Enfrentar a quienes los torturan en El Helicoide, una de las sedes del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional más oscuras.

Aún se desconoce el resultado de las presuntas incursiones de cuerpos de seguridad anunciados por distintas vías la tarde de este jueves. Mucha angustia reflejaron los llamados a través de las redes.

 

Los familiares a las afueras de la cárcel denunciaban el ingreso de funcionarios fuertemente armados. En simultáneo, el fiscal general designado por la asamblea nacional constituyente, anunciaba el traslado de 72 reclusos a otros centros.

El temor se mantiene latente. En El Helicoide, al igual que en el Sebin de Plaza Venezuela, donde está la famosa tumba, los tratos crueles e inhumanos parecen estar a la orden del día. El temor por la vida de los presos políticos es recurrente.

Esto ha motivado el pronunciamiento de personalidades venezolanas y de otras latitudes. El parlamento europeo no estuvo ausente. Su presidente, Antonio Tajani, rechazó los actos de violencia y maltrato.

Las madres lloran, pero también actúan. El miedo, la impotencia y la rabia están en ellas, pero no las inmoviliza. Piden, exigen, caminan. Intentaron llegar hasta El Helicoide subiendo una montaña, todo por ver a sus hijos. Los uniformados no lo permitieron.

Los padres no se quedan atrás.

 

Durante la tarde circuló un fuerte rumor sobre la muerte del preso político Richard Camaro. Esta información no fue confirmada.

La iglesia se pronunció. El cardenal Jorge Urosa Savino rechazó la violencia y exigió al Gobierno asumir su responsabilidad en el resguardo de la integridad física de los reclusos.

En Venezuela y también en Estados Unidos, distintos representantes oficiales insistieron en que el gobierno de Nicolás Maduro será el responsable por la vida de Joshua Holt, el misionero estadounidense detenido en El Helicoide.

 

A esta hora, la angustia persiste. Las versiones oficiales no abundan. La suerte de los presos políticos aún es desconocida.



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