La grave situación que atraviesa Venezuela en materia económica supone un reto casi insalvable para la caja de herramientas con las cuales cuenta la economía como ciencia para intentar lograr cierto de grado de estabilidad en materia de la macroeconomía aplicada, bien sea desde el punto de vista monetario o fiscal. Ambos escenarios se encuentran extremadamente afectados, en el ámbito de la economía más por necesidad que por arrogancia hay que acudir a sustentar todas nuestras afirmaciones con datos sólidos, de lo contrario, se comete en el marco de esta ciencia en un mero ejercicio de emisión vacua de juicios de valor y nada está más lejano a las posturas del análisis económico que los juicios de valor.

Para el ciudadano común tal vez resulte muy heterónomo que el director del FMI para la región de América Latina y el Caribe manifestase que la crisis venezolana era un reto en materia de historia, política y economía. Para este alto funcionario de un organismo multilateral es una situación “inédita”, igualmente para el  ciudadano que sobrevive a los rigores de la eclosión de un Estado fallido, incapaz de proteger a sus connacionales, resultara casi inentendible que los organismos multilaterales, llámense BID, Banco Mundial o CEPAL, incluyan el drama de Venezuela en un marco aparte, una suerte de apéndice estadístico en donde se concentran todas las malas prácticas en materia económica y financiera. Estas afirmaciones intentan calificar de torpe al ciudadano común, el hambre y la escasez, producen efectos demoledores sobre las capacidades y el desarrollo cognitivo, sobre el progreso y la libertad, este fascinante tema es abordado por el premio Nobel en economía AmartyaSen.

Haremos entonces en este artículo un ejercicio de investigación que nos permita desagregar la tragedia de Venezuela en el marco cronológico, a los fines de dar sustento a la idea sólida, robusta y axiológica que sustenta el hecho de que  este proceso de quebrantamiento institucional, parafraseando al economista Douglass North, se inició mucho antes de 2017, comienzo de aplicación de las sanciones a los altos funcionarios del gobierno nacional.

Venezuela fue víctima de un proceso alevoso para detonar la independencia y autonomía política de la Banca Central, una condición necesaria y suficiente para garantizar independencia en el nombramiento y remoción del directorio del BCV y dotar al mismo de independencia para promover una política monetaria que embridase los objetivos  de estabilidad en precios y fomento al PIB nominal, sin caer en la práctica de financiar el nivel de endeudamiento o actividades deficitarias, que pudieran devenir en un proceso de pérdida de control en el objetivo de la estabilidad en precios.

Así, pues se presentó en el año 2000 la muy desafortunada idea peregrina de usar un millardo de dólares para financiar al gobierno del desaparecido Hugo Chávez Frías, haciéndola laxa, como ha sido costumbre de esta hegemonía en el poder, se acudió a la praxis de la neolengua para hacer leve y someter al linchamiento colectivo a las entonces autoridades del BCV, quienes se oponían a otorgar aquel “millardito”, calificado así por el entonces Presidente de la República Hugo Chávez Frías. Lo que no se consiguió por las vías institucionales se logró al proponer una ley de topes máximos y mínimos de las Reservas Internacionales, cuyo tope máximo asciende a la suma de 27 mil millones de dólares. Allí, justo en ese momento se le daba una estocada mortal al órgano emisor. Así pues para el año 2008 el país contaba con siete veces el montante de reservas internacionales de lo disponible en 2020

Este es el periodo de la bonanza petrolera, en el trienio 2008-2010 nunca se rindieron cuentas sobre el empleo de estas pingues cantidades de reservas, cuya contracción en periodos de precios favorables de la canasta de crudo hubieran significado mayores niveles de ahorro consolidado. Pero obviamente una política de opacidad y de diatribas estériles con los sectores productivos nacionales generaron esta caída de 43.39% en las reservas consolidadas de una Nación mono productora, con favorables precios petroleros.

El proceso de quebrantamiento en la postura externa medida por reservas internacionales, no se detuvo aquí, se acentuó en el quinquenio 2011 a 2015, con una contracción en este indicador del doble presentado en el trienio 2008 al 2010. No existían en el país atisbo alguno de sanciones económicas, por el contrario, los términos de intercambio del petróleo eran absolutamente favorables para la República pero la contracción en el quinquenio se ubicó en 82,6%.

El desmantelamiento de la postura externa de la República nos pasaría factura, como de hecho lo hizo, en materia inflacionaria con la consabida depresión económica,imprimiéndole a la crisis venezolana connotaciones de singular rudeza, entendida en la paralización de las tres cuartas partes de nuestra economía y la exhibición de cifras que guardan proxemia con las de un país en guerra.

Estas cifras de postura externa permiten desmontar la tergiversación de la narrativa vacua referente a los efectos de las sanciones, ex ante a las mismas, la opacidad en el manejo de las reservas internacionales colocaban estratégicamente en una postura de debilidad a la República y su disposición discrecional, y advertían los primeros efectos nocivos en la perdida de independencia y autonomía de la Banca Central.

Podríamos apelar a la referencia de una analogía que permita describir de manera tangencial el profundo agujero que el chavismo generó en la República, esa analogía podría incorporarse a modo de acápite de este artículo, con el subtítulo de: “Maduro en números”, así se presentaría el daño inoculado en el sexenio de la sucesión chavista, el mismo abismo nos esperaba con Chávez o sin él, esta es otra tergiversación que debemos apuntar a los fines de quedar sanados como sociedad de cualquier coqueteo con el clientelismo, un producto mucha más nocivo en lo político que el populismo, pues este permite establecer una urdimbre de corruptelas en torno al poder. Así pues “Maduro en Números”, puede ser presentado con la frialdad del cálculo y el posterior análisis que permite establecer argumentos sólidos en materia económica y no caer en la charlatanería escindida de forma y fondo del reduccionismo.

Maduro en números

Asume el poder en unas cuestionadas elecciones, con una pírrica diferencia de votos frente a su principal contendiente, que ya demostraba el agotamiento del chavismo y de su maquinaria electoral, así como la absoluta opacidad en los procesos de votación, opacidad está reconocida por la propia empresa proveedora del software electoral.

Al arribo de Nicolás Maduro a Miraflores, las reservas internacionales de Venezuela se ubicaban en 29.889 millones de dólares, y en 2020 se ubican en escasos 6.403 millones de dólares, una contracción de 366,6%. Esta misma condición se extrapola a la realidad en materia de producción medida por el PIB, en 2013 este indicador se ubicaba en un billón cuatrocientos once mil seiscientos millones de dólares y para el 2019 se ubica en una cifra de 59 mil millones de dólares, una contracción superior al 58% y  sí se estima la actividad económica hasta 2020, la cifra se ajustaría al -86% de actividad económica. Solamente contamos con una cuarta parte de la economía en pie y de esa parte, tan solo el 25% se mantiene funcionando pues se trata del sector de alimentos y empaques.

En materia de precios, en 2013 la inflación encontrada por Maduro se ubicaba en 56.16% y para el 2020 su valor de acuerdo a datos del BCV supera el 2351%, es decir, se transitó desde un vórtice de hiperinflación en 2013, hasta una eclosión hiperinflacionaria que lleva instalada en el país más de 35 meses.

En cuanto al periodo ex ante las sanciones, las reservas internacionales se contrajeron en 40,97%, es decir siguió la misma conducta en cuanto a la disposición de estos recursos de manera discrecional por parte de un gobierno sin límites de acción por parte de la Banca Central.

El producto interior bruto en la serie 2013 a 2016, año anterior a la aplicación de las sanciones, se desplomó en un 28,22%, la inflación por su parte escaló de un 56,16% en  2013 hasta un valor de 274% en 2016. La razón de este fenómeno en lo fiscal obedece a lapolítica de confiscaciones y toma de inventarios de las tiendas, para venderlos a precios fijados por el Estado, fenómeno este conocido como el “Dakazo”, en franca alusión a la toma arbitraria por parte de la superintendencia de precios y costos de una cadena de tiendas, en un intento por desconocer las causas estructurales de la inflación. En lo monetario, la praxis de monetizar el déficit fiscal defenestró a la Republica hacia la antigualla de la hiperinflación.

Las sanciones tienen un efecto acelerador en cuanto a la hostilidad de las realidades económicas, pero endilgarles todo el peso de esta tragedia a su acción unilateral, es apuntalar la narrativa del régimen por buscar un enemigo externo.

La tergiversación de nuestra depauperada realidad económica fomenta desde el reduccionismo racional la idea torpe de que son las sanciones las responsables de la gravedad  del pulso macroeconómico de la República. La última aclaratoria se realizara en torno a las cifras de la actividad petrolera, medida por el ingreso, en donde se evidencia una enorme contracción de las cantidades producidas.

Años Ingreso Petrolero (mm$)
2013 85.603
2014 71.732
2015 35.136
2016 25.942
2017 31.497
2018 25.850
2019 6.000
2020 2.700

 

Loa años previos a las sanciones, demuestran una contracción en flujo de caja por parte de PDVSA superiores al 69.7%, es decir ya el abandono de la inversión para el sostenimiento de la industria petrolera era una realidad palmaria, la desprofesionalización como consecuencia de la política de despidos o purgas efectuadas por Hugo Chávez en 2002, además de la corrupción y ausencia de criterio gerencial se hicieron sentir en esta brutal contracción del ingreso petrolero. A la fecha la imposibilidad para importar catalizadores, así como la entrega de las refinerías a técnicos iraníes, rusos y chinos, sin experticia en la tecnología Exxon, han supuesto la contracción de más del 97% de estos ingresos.

Finalmente los daños son inmensos hasta en materia ambiental, el ecocidio efectuado en el arco minero con fines extractivos, que se amalgama con el proceso de destrucción de la moneda y el nacimiento de la “grama”, la unidad de gramos de oro que se emplea para transar en el sur del país, los terribles derrames petroleros verificados desde julio en la refinería del Palito que afectan 12 kilómetros de costa lineal y más de 550 millas náuticas, demuestran el monumental fracaso de esta ideología en el poder.

Las tergiversaciones de nuestra compleja realidad económica se yuxtaponen con la correspondencia política de ubicar un enemigo externo, la perversa tesis  del fascismo. Antes de las sanciones, las condiciones económicas de Venezuela ya eran insostenibles y endilgarles la responsabilidad total de este fracaso constituye un abono fértil a la narrativa de la tiranía.

Para curarnos de esta herida social, debemos asumir el reto de vivir en la verdad, aceptarla y abrazarla, así como lo hiciera Vaclav Havel primer presidente demócrata de la República Checa, luego del horror soviético.

 

“La primera pequeña mentira que se contó en nombre de la verdad, la primera pequeña injusticia que se cometió en nombre de la justicia, la primera minúscula inmoralidad en nombre de la moral, siempre significarán el seguro camino del fin.”

Vaclav Havel




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