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La mayoría de los casos de tuberculosis en Bolívar proviene de una zona minera.Foto cortesía Clavel Rangel/Crónica Uno.

Jhoalys Siverio/Crónica Uno 

El estado Bolívar tiene una tasa de 29,74 casos de tuberculosis por cada 100.000 habitantes, de acuerdo con datos expuestos en marzo de este año por el director general del Programa Nacional de Control de la Tuberculosis del Ministerio de Salud, Alexis Guilarte.

Así como ocurrió con el paludismo, la difteria y el sarampión, enfermedades que se habían erradicado en Venezuela, la tuberculosis toma terreno en Bolívar, en especial en zonas mineras y recintos carcelarios caracterizados por su hacinamiento e insalubridad.

A diferencia de años anteriores cuando la malaria iba en ascenso, aunque Bolívar sigue liderando los casos en el país, bajó su incidencia. En contraste, son más los casos de tuberculosis y que van en ascenso. Ejemplo de ello es el sector Las Claritas en el municipio Sifontes, al sur de la entidad.

«Al ambulatorio llegan dos y tres casos diarios. Es preocupante porque la gente no sabe lo que tiene. Incluso están llegando casos combinados, tuberculosis y paludismo. Hay días que llegan dos o tres, pero a veces llegan de cinco a ocho pacientes porque la gente no se imagina que la enfermedad que tiene es tuberculosis», comentó una fuente del centro ambulatorio de Las Claritas.

Algo en común los infectados que llegaron en los últimos meses es que provienen de la mina Morrocoy. Se trata de una bulla en una zona indígena hacia las afueras de Las Claritas.

«Básicamente es de las zonas mineras que llegan los enfermos con tuberculosis. Al descubrir que es tuberculosis se hace lo posible y lo transfieren al hospital de Tumeremo, donde hay tratamiento, o al Ruíz y Páez cuando son casos más graves», agregó la fuente.

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La mayoría de los casos de tuberculosis que se registran en Las Claritas provienen de las minas. Foto cortesía Clavel Rangel/ Crónica Uno.

Casi 90 casos en el Raíz y Páez

Un enfermero del Complejo Hospitalario Universitario Ruíz y Páez, en Ciudad Bolívar confirmó la existencia de pacientes con tuberculosis en este centro de salud. Estos son atendidos a través de un programa respiratorio dedicado a los pacientes con tuberculosis.

«Los pacientes en condiciones graves o moderadas se hospitalizan en el Ruíz y Páez. Una vez estables reciben el alta, pero siguen bajo observación y lo evalúan cada 15 días», detalló el personal de enfermería.

Crónica Uno tuvo conocimiento que hasta este 27 de mayo de 2022, en el programa de salud respiratorio del Ruiz y Páez hay 84 pacientes con tuberculosis sin hospitalización. Estos reciben el tratamiento diariamente bajo supervisión médica. En cuanto a los diagnósticos más graves, hay cinco personas hospitalizadas.

El riesgo para el personal es alto. El Colegio de Enfermería ha denunciado en reiteradas oportunidades, sobre todo desde que comenzó la pandemia de COVID-19, la falta de dotación de material de bioseguridad.

La enfermedad, además, da cuenta del problema de pobreza extrema y las condiciones de reclusión en el estado. Trascendió que entre los pacientes diagnosticados actualmente hay población penitenciaria o excarcelada, y sus familiares.  Asimismo, personas con desnutrición.

Tuberculosis en áreas covid

El hospital de Ciudad Bolívar no es el único que actualmente recibe a pacientes con tuberculosis. En Ciudad Guayana, tanto en el Uyapar como en el Raúl Leoni, también se registran casos.

Personal de salud comentó que ante la poca asistencia de pacientes con COVID-19 a los hospitales, las áreas que habilitaron especialmente para estos casos ahora se dedican a recibir personas infectadas con tuberculosis. «Son bastantes los casos que han llegado tanto a Uyapar como al Raúl Leoni».

En el módulo Las Manoas, en San Félix, reciben en las consultas a un máximo de 15 pacientes los lunes y miércoles. La entrega de tratamiento de lunes a viernes.

«Nunca había visto a tantos pacientes que acuden a la consulta de tuberculosis», comentó una trabajadora.

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Los casos graves de tuberculosis en Bolívar se atienden en el hospital Ruíz y Páez. Foto cortesía Jhoalys Siverio/Crónica Uno.

Hacinamiento, el ambiente perfecto

Además, de la incidencia que tienen las zonas mineras y su contaminación ambiental, los calabozos es otro de los lugares en los que se concentra la enfermedad. Desde 2018, el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) advirtió que de no tomarse las medidas de control, las infecciones por tuberculosis irían en aumento con riesgo a traspasar la barrera de los muros.

«Nuestra organización en el 2021 recibió casos de reclusos que padecen de tuberculosis, y a pesar de su estado grave de salud, permanecen en el piso con camas improvisadas, a la suerte de la solidaridad de algunos de sus compañeros», señala el último informe del OVP.

La investigación determinó que 71,42% de las muertes registradas en la población carcelaria de Venezuela fueron por situación de salud, en su mayoría por tuberculosis y desnutrición.

Carolina Girón, directora del OVP, recordó que actualmente la entrega de tratamiento la manipula el Estado a través del Servicio General contra la Tuberculosis. Sin embargo, en el caso de privados de libertad, son los familiares quienes hacen las diligencias para el retiro de los medicamentos en los centros correspondientes y luego llevarlos a la comisaría o penitenciaría.

«Cuando llegó la pandemia perdieron el tratamiento porque por el confinamiento, los familiares no podían ir a retirar el tratamiento y movilizarse para llevarlo a las cárceles», acotó Girón.

De parte del Estado no hay diligencia para el control de la tuberculosis en la población carcelaria.

En 2020 falleció un recluso en los calabozos del Centro de Coordinación Policial Guaiparo, en San Félix. En 2019, policías y familiares de detenidos en la sede de Patrulleros de Caroní manifestaron su preocupación por un preso con esta enfermedad y sin ninguna medida de aislamiento con el resto. Incluso, cuando lo trasladaron de emergencia al Uyapar, tampoco se tomaron las medidas de bioseguridad.

Tuberculosis en el mundo

En la tasa de incidencia, a Bolívar le antecede, Delta Amacuro como el estado con más casos, 50,53 por 100 m/h. Le sigue Amazonas con 30,07 por cada 100.000  habitantes.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2020, 1,5 millones de personas murieron de tuberculosis. Además, la califica de «la decimotercera causa de muerte y la enfermedad infecciosa más mortífera por detrás de la COVID-19 (por encima del VIH/Sida)».

Para ese mismo año la OMS  calcula que murieron 9,9 millones de personas a causa de tuberculosis. La enfermedad está presente en todos los países y grupos de edad, pero curable y prevenible.

De los países que representaron 86% de los nuevos casos durante 2020, la lista la encabezó la India, seguido de China, Indonesia, Filipinas, el Pakistán, Nigeria, Bangladesh y Sudáfrica.

«Para el 2022, se necesitan US$ 13.000 millones anuales para la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la atención de la tuberculosis, a fin de alcanzar el objetivo mundial acordado en la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre la tuberculosis de 2018», señaló la OMS en octubre de 2021.

¿Qué es la tuberculosis?

La enfermedad la causa la bacteria Mycobacterium tuberculosis, la cual afecta a los pulmones.

«La infección se transmite de persona a persona a través del aire. Cuando un enfermo de tuberculosis pulmonar tose, estornuda o escupe, expulsa bacilos tuberculosos al aire. Basta con que una persona inhale unos pocos de estos bacilos para quedar infectada.», indica la OMS.

Las personas con VIH tienen más riesgo de desarrollar tuberculosis activa, así como otros pacientes con daños en su sistema inmune. La desnutrición, el trastorno por consumo de alcohol y el tabaquismo también aumentan el riesgo.

Los síntomas comunes son: tos productiva (a veces con sangre en el esputo), dolores torácicos, debilidad, pérdida de peso, fiebre y sudores nocturnos.

La OMS recomienda las pruebas moleculares para la detección, ya que son de mayor precisión. En cuanto al tratamiento, consta de «una combinación estándar de cuatro medicamentos que se administra durante seis meses al paciente y debe ir acompañada de la facilitación de información y apoyo por parte de un trabajador de la salud o un voluntario capacitado a tal efecto. Sin ese apoyo, la adhesión al tratamiento es más difícil».

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