La fuente de inspiración de los cuentos infantiles y desde las épocas remotas, siempre ha reflejado las viscisitudes de sus tiempos, con sus inquietudes y con sus misterios, en una alternancia de acontecimientos que pero casi siempre terminan con un final feliz para todos. Es por eso que hoy quiero echarles un cuento que he descubierto por pura casualidad en un viejo cartapacio del cual nunca he querido desprenderme. Póngales cuidado porque  creo que valga la pena!

Érase una vez un cuarto oscuro alumbrado por cuatro velas encendidas. El ambiente estaba tan silencioso que hasta se podía oir el diálogo que había entre las cuatro velas. La primera vela decía: –Yo soy la Paz pero, a pesar de mi luz, la gente no logra manterme encendida…y en seguida su llama poco a poco se apagó. Al rato la segunda vela dijo: –Yo soy la Fé, pero parece que las personas no quieren saber nada de Dios y por eso no tiene sentido que yo siga encendida….y en seguida sopló un viento muy fuerte y su llama tambien se apagó. Muy triste la tercera vela agregó: Yo soy el Amor…pero lamentablemente no tengo más ánimo para seguir ardiendo.

El egoismo domina el mundo y la gente se olvida de los que están a su alrededor… y así, como no tenía más fuerza, tambien se apagó. De repente llegó un  niño y al ver las tres velas apagadas dijo: ¿Qué es lo que  está pasando aquí? Ustedes deberían estar encendidas y arder siempre:  Entonces la cuarta vela, que era la Esperanza, por fin hablò: No tengas miedo hijo, porque mientras siga prendida yo, siempre podremos encender las otras velas.  Moraleja: Aún cuando el egoismo y la maldad de los hombres apaga las llamas de la Paz, de la Fé y del Amor, no todo está perdido, algo queda siempre en el corazón de la gente y ese algo hay que preservarlo por encima de todo.

En seguida el niño tomó la vela de la esperanza y encendió las tres velas que estaban apagadas.  El augurio  que quiero hacerle a todos ustedes y a Venezuela entera es que no se dejen robar nunca esa Esperanza , que traten de mantener siempre viva y resplandeciente esa llama que es la luz al final del tunel, esa llama que es el camino de la vida, el único camino de la vida que nos puede conducir a la verdadera felicidad y quiero desearles con afecto y con todo el cariño que le tengo a este país, que esta vela nunca se apague en sus corazones, sino que sirva como mecha inagotable para encender de nuevo  las velas de la PAZ, de la FE y del AMOR que han sido tristemente apagadas por la maldad y por la ambición de los hombres, sembradas por una falsa ideología! Que así sea!

Desde Italia  –  Paolo Montanari Tigri




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