Las escobas removían el fango y el agua que desde las 2:00 a.m se metió en las casas de Trapichito, en el sur de Valencia, parroquia Miguel Peña. Yolanda Castillo a sus 70 años está cansada de revivir lluvia tras lluvia el mismo episodio.

El agua había bajado. El suelo quedó cubierto de lodo y basura, mientras que la humilde casa de Castillo se anegó por segunda vez en menos de dos meses. La primera cuando la tormenta Bret pasó por la ciudad y la segunda durante la madrugada de este sábado.

«Era una cosa terrible, no se podía caminar por ningún lado. El agua me llegaba por encima de las rodillas. Mi hijo es discapacitado y tuve que montarlo en una mesa para que no se viera afectado más de lo que ya estábamos«. Yolanda es la madre de César Heredia, un joven paralítico que milita para Primero Justicia y que recorre las calles de su comunidad para escuchar quejas y difundirlas por la región.

El cansancio es evidente no sólo en Castillo sino en la gran mayoría de los vecinos de Trapichito. «No entiendo para qué viene la gente de la Gobernación y la Alcaldía si al final hacen muy poco o nada. Siempre el mismo censo».

Las fotos, los uniformes y las promesas se vuelven una cartilla repetida para los pobladores que quieren soluciones y no propuestas ficticias. La afectada desde hace mucho tiempo sabe que lo que necesita la quebrada del Caño de la Yuca es un buen dragado para que el agua corra como debe y no se represe.

Según vecinos, las inundaciones en Trapichito ocurren en gran parte porque la quebrada está atestada de basura y escombros que la misma comunidad arrojó. Cuando llegan las lluvias esta basura regresa a sus dueños pero con barro y destrucción.

Yolanda admite que los desechos en la quebrada influyen en el desenlace, pero afirma que no hay suficientes unidades de recolección de basura para la cantidad de personas que viven en la zona. «Muchas veces ni siquiera pasan por acá, sólo por las calles importantes».

Los niños pequeños juegan en las calles de cemento cubiertas de lodo mientras sus madres sacan agua, con cualquier recipiente y escoba. Hay casas a las que se les fabricó un muro de unos 30 centímetros en la puerta para evitar que el agua entrara, pero tampoco funcionó.

La madre de Heredia admite que los que más han trabajado en los últimos tiempos han sido los de la Alcaldía de Valencia, pero no es algo satisfactorio y que termine con el problema. «El único que se preocupó por Trapichito fue Acosta Carlez, el gobernador. El vino para acá y nos dio la paz que necesitábamos, yo no soy chavista pero hizo un buen trabajo. Los demás siguen tomándonos fotos y anotando en libretas». En ese instante llega un funcionario de Protección Civil, con un cuadernito con algunas anotaciones. Yolanda se aleja y exclama en voz alta «¡Aquí vienen de nuevo. Hagan algo ¿Hasta cuándo nos van censar?».




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