(Foto referencial /cortesía)

EFE

Los casinos, las ruletas y las partidas de póker en los que uno puede arruinarse o enriquecerse en cuestión de minutos son parte de la esencia de Nevada, pero el estado del juego también tiene sus límites y no admite por ley que se apueste al ganador de unas elecciones.

La Comisión del Juego de Nevada incluye en su reglamento 22, acerca de las apuestas deportivas, una restricción que impide jugarse dinero por el resultado de unas elecciones, ya sean dentro o fuera del estado de Nevada.

Una responsable de la casa de apuestas del hotel y casino Linq, en la popular avenida Las Vegas Boulevard, confirmó hoy a Efe que no es posible apostar por una victoria presidencial de Hillary Clinton o Donald Trump, pese a que «todo el tiempo» acude gente interesada en hacerlo.

Esta misma trabajadora argumentó que la ley de Nevada impide que se apueste en cualquier competición que implique una votación para que no influya o afecte al desarrollo de la misma, por lo que no está permitido jugarse dinero en elecciones pero tampoco, por ejemplo, en concursos de belleza.

De cualquier forma, la jornada electoral en Estados Unidos se coló en Las Vegas, una ciudad que por lo general parece seguir su particular ritmo de fiesta al margen de cualquier acontecimiento.

Así, en la zona de apuestas del Caesars Palace, un hotel y casino inspirado en la antigua Roma, las pantallas con deportes compartieron espacio con las que mostraban informativos electorales, y los empleados colocaron una decoración especial con banderines estadounidenses y globos blancos, azules y rojos.

Nevada, que podría ser clave en el resultado final de las elecciones presidenciales, es un estado que suele votar por anticipado: cerca del 70 % de todos los votos de 2012 se ejercieron en el periodo previo.

De ahí que la jornada electoral transcurra en Nevada, como hoy, con tranquilidad y sin incidentes, como destacó a Efe una observadora independiente en un colegio de Las Vegas que pidió no ser identificada.

Esta observadora viajó desde Oregón a Nevada para «asegurar que todo el que quiera votar, pueda hacerlo», y hoy se dedicó a ayudar a las personas que acudían a las urnas y a vigilar que no se cometieran irregularidades.

En este sentido, una jueza de Nevada rechazó hoy una demanda presentada por la campaña del aspirante republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, por supuestas ilegalidades relacionadas con el voto por adelantado.

El equipo del magnate se quejaba de la prolongación del periodo de voto por adelantado el pasado viernes en algunos lugares en los que se vio a cientos de personas, la mayoría de ellos latinos, haciendo fila durante horas para ejercer su derecho democrático.

Demócratas y republicanos han apurado hasta el último momento sus opciones en Nevada, que reparte sólo 6 votos electorales (se requieren 270 para alcanzar la victoria) pero que aparece en las quinielas como uno de los territorios más codiciados y disputados.

La web Real Clear Politics, que hace ponderaciones de encuestas, sitúa a Trump al frente de los sondeos con una ventaja raspada de 0,8 puntos porcentuales.

Nevada también decidirá el sustituto del senador demócrata Harry Reid, un asiento por el que lucharán su compañera de partido Catherine Cortez Masto y el republicano Joe Heck.

Cortez Masto está al frente de las encuestas por 1,8 puntos porcentuales, según Real Clear Politics, y si saliera victoriosa se convertiría en la primera senadora latina de Estados Unidos.

La ex fiscal general de Nevada acudió hoy a una oficina demócrata en Las Vegas para animar a sus partidarios, que seguían llamando por teléfono y yendo puerta por puerta para convencer a los últimos indecisos.

«Por supuesto, creo que el voto latino es importante (en estas elecciones). Y particularmente aquí en Nevada, donde el 27,5 % de la población es latina, habrá un gran número de votantes en estas elecciones», dijo en declaraciones a Efe Cortez Masto, que ha basado su campaña en un mensaje muy dirigido al electorado hispano.

Otros, en cambio, se mostraron entre decepcionados y desinteresados sobre las votaciones.

Kevin es un conductor de Uber originario de Texas pero residente en Nevada, y dijo a Efe que no va a votar porque no le gusta «ninguno de los candidatos».

Aseguró que Clinton es «muy deshonesta» y que no va a hacer «un buen trabajo», y, aunque mostró «simpatía» por Trump, opinó que el republicano es un «bocazas».

Por estas razones, concluyó, las elecciones presidenciales de 2016 son sólo «un gran chiste».




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