En este espacio de belleza natural, el hacedor del mundo me tenía un regalo majestuoso.
Una sinfonía, una orquesta con todos sus matices, desde las mas dulces hasta la composición musical mas esplendida. Fue un concierto muy privado, para unas diez personas que palpábamos este fenómeno sutil de armonía .
Como dice el titulo de este artículo, disfruté un canto sonoro de esos seres que dan señal de lluvia: Las chicharras.
Con las gloriosas notas musicales nos regalaron la mejor melodía a esa hora, 1:30 p.m del 30 de abril del 2018. Fue un acontecimiento muy halagador, dirigido por Dios, para la recreación de los seres humanos.
Estoy recordando lo sutil del momento y doy gracias a la belleza de nuestra naturaleza valenciana, gracias a ti Dios. Estimulaste mi espíritu, mi alma y mi corazón.