Hoy día, el liderazgo público y/o político es más necesario que nunca. En los tiempos actuales de desafección y fragmentación del voto, se echa en falta la figura del líder, que sigue siendo fundamental en la sociedad actual dado que el ciudadano aspira a estar representado y dirigido por cargos electos carismáticos y creíbles cuidadosos todos ellos de la ética y también de la estética -competencias totalmente ausente en este tipo de dirigente nacional-.

La desafección que ha irrumpido en la agenda de todos los partidos políticos ha propiciado la búsqueda de nuevos perfiles que deberían aproximarse al de sus votantes (seguidores). La lucha por el voto no se gana exclusivamente en las redes sociales o en la calle, sino que también el estilo actitudinal del líder juega un papel relevante a la hora de obtener el respaldo de la mayoría de la ciudadanía.

Con el paso del tiempo, los políticos se han transformado y adaptado al contexto de cada momento. Las características de los líderes evolucionan progresivamente al tiempo que las nuevas tecnologías imponen nuevos patrones en el día a día de las gerencias públicas y/o políticas. Por lo tanto, se llega a la conclusión de que el liderazgo siempre ha sido una de las piezas determinantes del tablero político actual o al menos en momentos puntuales donde el distanciamiento entre sociedad y política es una realidad.

La importancia de ser un líder permite que representantes de partidos políticos cuenten con un importante apoyo en las urnas. Hay casos de políticos que llevan más de 30 años al frente de una institución. Personas con carisma, con inquietudes, con vocación hacia el servicio público y capaces de voltear situaciones psicológicas surgidas por la crisis o por los actuales casos de corrupción, que dañan especialmente la confianza del elector.

para llegar a ser un líder, se requiere un recorrido previo por los diferentes ámbitos de la sociedad

Pero, para llegar a ser un líder, se requiere un recorrido previo por los diferentes ámbitos de la sociedad, puesto que “un líder no nace, sino que se hace”. El liderazgo se adquiere, principalmente, con la experiencia y con determinadas actitudes que cuadran con las perspectivas de los votantes (seguidores).

La confianza y la credibilidad juegan un papel crucial en este complicado mundo del liderazgo. Los políticos tienen que echar mano de su formación, de su preparación y de su experiencia personal para saber hacia dónde deben ir dirigidas sus políticas. Saber escuchar al ciudadano y saber atender sus necesidades son piezas tan cruciales como sus propias dotes de persuasión.

Los componentes mencionados en el párrafo anterior, hoy en día tanto de los máximos exponentes de este régimen, como de la oposición están bien cuestionados, debido a las actuaciones de ambos bandos en los últimos tiempos. Ellos con sus estilos actitudinales han echado por el suelo el concepto de confianza (ésta es la seguridad o esperanza firme que alguien tiene de otro) y de la credibilidad ( ésta es la cualidad de creíble, que puede o merece ser creído).

La Venezuela actual requiere de un cambio en el estilo de gestión tanto de la cosa pública, como de la oposición. En las dos últimas décadas, los entornos sociales han tenido mujeres y hombres que sintonizan y que no sintonizan con las realidades nacionales. Se reclama un estilo de liderazgo con verdaderos enfoques sensibles y participativos. El anhelado progreso depende en buena medida del accionar de autoridades comprometidas con el bien común.

Esto supone una interactuación entre mandatarios y mandantes, en la búsqueda de opciones a los problemas acuciantes. El soberano quiere ver cambios impactantes. La comunidad venezolana necesita del contingente dirigencial provisto de características elementales como: honestidad, don de gentes, profesionalismo, tolerancia, credibilidad, sencillez…, para lo cual es menester que exista una directa interrelación con las necesidades y requerimientos de la gente y la planificación predispuesta en los diferentes entes corporativos públicos.

Las expectativas mencionadas en el párrafo precedente lejos de estar satisfechas, cada día se alejan más del nivel de satisfacción. Pareciera ser que tanto los líderes del régimen como los de la oposición, lo que han hecho en los meses recientes en burlarse de la dignidad, del pundonor, del decoro y de la nobleza del pueblo venezolano. Se ha podido observar en los resultados manipulados de los últimos procesos eleccionarios, convocados y coordinados por organismos públicos, que carecen de la total credibilidad de la sociedad nacional e internacional.

Dichos amañados resultados lejos de haber sido repudiados y cuestionados por los líderes de la oposición han sido aceptados, no solamente a nivel de resultados cuánticos, sino que también han tirado por el suelo la honestidad, honradez, integridad y rectitud, de los dos entes públicos responsables –ilegalmente; p. ej.: la asamblea nacional constituyente- de la convocatoria y ejecución de dicho proceso.

A la luz de los efectos de los últimos acontecimientos los dirigentes oficialistas, como los de la oposición no han actuado con dignidad, por cuanto ésta tiene que ver con el decoro o reconocimiento hacia el actuar de las personas, bien sea con el prójimo o consigo mismo. La dignidad humana  es un derecho propio de cada ser humano, derecho de ser individualizado y respetado con cada una de sus particularidades y condiciones, por el solo hecho de ser persona, porque no se debe ofender ni agredir a otra persona.

Lo que lleva a decir que la dignidad es aquel valor correspondiente al mérito de alguien o de algo, que las personas pueden desarrollar a través de su modo de actuar, de su conducta o de su comportamiento. La dignidad es la cualidad de ser digno, es decir merecedor de algo -el único que ha sido merecedor es el pueblo venezolano que ha recibido el engaño, la burla, la sátira, el sarcasmo, la ironía, etc.- ese algo puede ser un objeto, un sentimiento un pensamiento, etc…

El líder público y/o político se debe  forjar desde la preparación y el conocimiento permanente. Asume su rol con solidaridad y transparencia -competencias totalmente ausentes de estos dirigentes-. Y con ética -esto no existe en esos grupos- dentro de los objetivos asumidos.

Los liderazgos públicos y/o políticos son fundamentales en la consolidación de sociedades anhelantes de desarrollo -como son las aspiraciones actuales de los venezolanos-, más aún en la conducción sana de organismos de elección popular.

Conviene entonces que estos líderes sean sensitivos al clamor colectivo. Los canales comunicativos son vitales en el ejercicio entre gobernantes y gobernados.

Lo precedente adquiere un valor especialísimo luego que varios gobernadores electos recientemente y que fueron postulados por la oposición al régimen decidieron jurar ante la asamblea nacional constituyente: ¿cuál es el calificativo que se merecen?

Es crucial que los preceptos democráticos se antepongan en la actitud de los líderes, con la finalidad de brindar apertura a las exigencias populares, con responsabilidad y sentido común. ¡Es el SOS del pueblo venezolano!

 

 

 

 




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