Foto EFE
«Vivimos en un nerviosismo continuo», así se sienten muchos delos vecinos del municipio de El Paso, en la isla canaria de La Palma, que han tenido que dejar sus casas de forma preventiva ante el avance de las coladas del volcán de la Cumbre Vieja, que este martes ha dejado en el sur de la isla la primera lluvia de cenizas.

El nerviosismo está justificado. Algunos saben que irremediablemente el caminar de la lava se tragará sus casas y, por eso, han intentado sacar cuantos enseres que han podido, apoyados por los servicios de emergencia, que han prestado toda su ayuda para facilitar este duro trago.

Es el caso de los barrios de Todoque y Tacande, donde los vecinos que fueron desalojados anoche han podido regresar esta mañana unas horas para intentar llevarse lo máximo posible y especialmente productos de primera necesidad.

Había lágrimas por lo ya perdido y por lo que se podía perder «porque es el trabajo de toda la vida», comentaba un hombre a Efe.

Otro vecino se lamentaba de que ya la lava se había tragado una vivienda de su propiedad y ahora otra iba a correr la misma suerte, mientras que una pareja buscaba desesperada a su gato.

La diferencia de esta erupción en comparación con las anteriores en el pasado reciente de la isla es la afección que está produciendo en viviendas y otras propiedades, ha señalado a Efe el director del Instituto Volcánico de Canarias, Involcán, Nemesio Pérez, que precisa que la peligrosidad de esta que comenzó el domingo estriba precisamente en ello.

El alcalde de El Paso, Sergio Rodríguez, indica a Efe que los habitantes de su municipio desalojados viven una continua incertidumbre por saber en qué estado se encuentran sus propiedades.

«La gente está destrozada», afirma el edil, que atiende a todos los ciudadanos que lo precisan porque ahora más que nunca, señala, «hay que estar con ellos» y garantizar su seguridad.

«Ya hay que ir pensando en las líneas de ayuda para los afectados», manifiesta Rodríguez, que se muestra convencido de que para ello habrá colaboración entre administraciones.

Mientras, este martes la lava continúa su lento camino hacia el mar y ya los científicos no se atreven a determinar el momento en el que se producirá. «Da igual cuando llegue. Llegará y no debe pasar nada», ha dicho el director de Involcán, Nemesio Pérez, en alusión al perímetro de seguridad que se ha establecido en la costa.

En la plaza de la localidad de Tajuya, que se ha convertido en el balcón desde donde ver el volcán y el plató de las televisiones, la lluvia de ceniza se ha hecho presente de forma molesta.

Pérez atribuye esta situación al cambio de dirección del viento y precisa que lo importante es saber cuánto tiempo durará la erupción y cuánto magma lanzará al exterior




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