/ Foto: Cortesía

El teniente de bomberos M. Silva comanda un equipo de seis hombres que intentan, en vano, apagar varios focos de incendio monte adentro, en la región de Porto Jofre, del Pantanal brasileño.

El fuego volverá a encenderse ante la mínima ráfaga de viento -como lo ha hecho numerosas veces-, debido a la presencia de varias camadas de hojas secas altamente combustibles, que esconden rescoldos subterráneos.

«Es necesario que llueva. Con esta combinación de humedad tan baja y calor tan intenso, solamente la lluvia puede resolverlo», lamenta Silva junto al lugar donde surgen nuevas llamas, en el terreno de una posada.

Los bomberos se internan unos 60 metros entre una densa vegetación carbonizada, pero las mangueras conectadas al camión no llegan tan lejos.

En vez de usar agua, uno de ellos dispersa la hojarasca con un soplador a motor, que extingue momentáneamente lo que arde en la superficie.

Pero Silva rápidamente desmoviliza a su tropa: es mejor concentrar los esfuerzos en crear un «corredor frío», mojando la vegetación junto al camino para evitar que las llamas «salten» al otro lado, donde se extiende un monte nativo intacto habitado normalmente por jaguares.

El fuego ya consumió el 12% del Pantanal

Desde el inicio de año el fuego ya ha consumido 23 mil 500 km2, casi 12% del Pantanal, una llanura aluvial que se extiende también por Bolivia y Paraguay y alberga una biodiversidad única.

Los bomberos, auxiliados por los lugareños de esta próspera área de ecoturismo, buscan ahora evitar que el fuego llegue a los cascos de las estancias o a los numerosos puentes de madera que dan continuidad a la ruta Transpantaneira, una accidentada vía de tierra batida, principal arteria del transporte terrestre de la región.

Antonio da Silva trabaja en una posada y actualmente integra una de las brigadas de vigilancia de los puentes: vistiendo un sombrero de cowboy y una mascarilla de protección tipo N95, contiene las llamas que avanzan a la orilla de la carretera en dirección a uno de esos pases.

Un breve vuelo de dron permite visualizar vastas superficies carbonizadas en las últimas semanas. Envuelto de humo blanco, Da Silva cuenta, absorto: «Soy de esta región, soy un hombre pantanero de 60 años y nunca vi algo como esto».

© Agence France-Presse




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