Lo vivido esta semana quedará en la memoria de los carabobeños como uno de los actos más perversos y ruines, donde se pudo evidenciar la inmisericordia del vil estamento militar –la GNB- así como el desamparo mostrado  por el Gobernador Francisco Ameliach, ante los muy lamentables hechos de barbarie como los experimentados en esa ola de saqueos permitidos y complacidos.

El propósito del régimen –tratando de calcar modelos comunistas retrógrados y fracasados– al hacerse la vista gorda ante los saqueos, no era otro que atemorizar no solo a cualquier ciudadano que al tratar de protestar –tal como se lo permite la Constitución– sea presa de las viejas prácticas totalitarias que van desde las amenazas, el desprestigio, la burla e insultos, el amedrentamiento, hasta la violencia y la cárcel, sino mostrarle a TODA la ciudadanía lo que le espera si osa insistir en su lucha por recuperar su país.

Está a la vista, la supervivencia de este gobierno  exige mecanismos que, por la amenaza o el uso de la fuerza, consigan extender el temor entre quienes se quiere mantener bajo control. La extensión del temor busca paralizar las intenciones de cambiar la realidad que vivimos.

Lo hemos repetido en otra oportunidad: Si el sistema político no respeta y protege la libertad de la ciudadanía, deja de ser una verdadera democracia…pero…

¿Alguien aún cree que acá estamos en democracia?
Una sociedad que se fundamenta en el miedo no puede ser democrática. Además, el miedo es seguido de una acción social conformista que conlleva a la cobardía como comportamiento social que llega hasta inhibir la conciencia y la voluntad de participar en acciones propias de la democracia. Luego, sería  una intolerable aquiescencia o una rastrera pasividad el no elevar el rechazo firme y unánime de TODA la ciudadanía carabobeña ante tan abominables acontecimientos.

No podemos permitir que nos arrebaten la esperanza, pues como sociedad quedaríamos inermes y desamparados, sin porvenir. Ya hace mucho tiempo que nos preguntamos a dónde iremos a parar y cuándo lograremos el país que deseamos. Es tiempo de respondernos… Tan mal está la situación de nuestro país que no podemos permitirnos ser temerosos, indiferentes o  pesimistas.

La búsqueda de un país mejor, el que anhelamos y merecemos,  no puede llevarnos a creer que todo se acaba por la pérdida de la dignidad, coraje y determinación, armas  con las que tenemos que enfrentar  el sometimiento brutal y despiadado de la ruindad y la amoralidad hecha gobierno.

En tiempos de crisis, de incertidumbre política, de angustias económicas y de abatimiento moral como el que en estos momentos estamos viviendo, es cuando más pertinente y necesario resultan tanto la reflexión y el análisis, como la DECIDIDA PARTICIPACIÒN, pues es tan importante no renunciar a la conciencia como no renunciar al porvenir.

En “La desobediencia como problema psicológico y moral”, escribió Erich Fromm: “La historia humana comenzó con un acto de desobediencia, y no es improbable que termine por un acto de obediencia”.

En muchas ocasiones, la acción de los ciudadanos no será posible si no a partir de un acto de desobediencia. Se sabe que en la política, el desánimo silencioso no suma, como tampoco en estos críticos momentos, menos sumaría, que se calle la calle.

Ha llegado el momento de participar más activamente haciéndole frente a esta gente, pues la cartilla del régimen ya nos ha sido leída… y todos sabemos su perverso contenido.

Y acá no hablamos de insensatez o imprudencia, sino de ese coraje que no significa la ausencia del miedo sino la  voz de la consciencia que nos dicta que hay algo por lo que merece la pena arriesgarse.

 




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