Se presume que el día de mañana el primer ministro japonés se pronuncie al respecto. Foto (Archivo).

Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, llamados a ser un momento de orgullo para el país anfitrión, se han convertido en un foco de incertidumbre para los japoneses frente a la decisión del COI de continuar los preparativos para las fechas programadas, pese a la pandemia del coronavirus.

«Los Juegos deberían posponerse por la pandemia», indica a Efe Minami Yoshida, economista de 24 años de Saitama, que además señala con preocupación la necesidad de estimular la economía para cubrir las pérdidas que esto pudiera suponer.

Siete de cada diez nipones no ven posible que los Juegos Olímpicos se celebren entre el 24 de julio y el 9 de agosto, según una encuesta publicada por la agencia local Kyodo tan solo un día antes del comunicado en el que el COI apostó por mantener los preparativos para esas fechas.

«La selección de los atletas para representar a cada país no está finalizada todavía. Muchas iban a acabar en torno a abril y mayo», expresa Toshio Matsushima, empresario de 65 años natural de Hiroshima, en referencia a la larga lista de cancelaciones y retrasos de torneos clasificatorios preolímpicos por culpa del brote.

Matsushima, que en un principio apostaba por su celebración en las fechas programadas, recuerda que los Juegos de 1964, también en Tokio con gran éxito cuando él tenía solo nueve años, tuvieron lugar en octubre.

«El 10 de octubre de 1964 hicimos la ceremonia de apertura con todos los atletas representantes de cada país. Quizás sería mejor aplazarlos hasta la misma fecha que los de 1964», reflexiona.

La incertidumbre respecto al posible retraso de los Juegos se ha visto agravada por una cláusula del contrato de compra-venta de las entradas para las competiciones que establece que en caso de cancelación por «fuerza mayor», entre las que se incluye una emergencia de salud pública, la organización no devolvería el dinero pagado.

Aunque el retraso parece más probable que la cancelación, los poseedores de las más de 3,2 millones de entradas para los Juegos ya vendidas temen perder el dinero invertido en ellas, entre los 2.020 yenes (unos 18 dólares o 17 euros) por la más barata y los 220.000 yenes (unos 2.010 dólares o 1.860 euros) por la más cara.

«No creo que sea inteligente celebrar los Juegos como si nada en esta situación», opina Kiichi Yamamoto, fotógrafo tokiota de 25 años, que enfatiza que se trata de «un problema internacional» que deberán solucionar desde el Comité Olímpico Internacional y no solo desde la organización japonesa.

Como muchos otros de sus compatriotas, Yamamoto cree que, finalmente, el COI cambiará de opinión y pospondrá los Juegos a un momento más propicio para su celebración.

Pese a ello, el Comité Olímpico Internacional decidió el pasado martes seguir adelante con las fechas previstas e hizo suyas las palabras del primer ministro japonés, Shinzo Abe, sobre «celebrar los Juegos como prueba de que la humanidad puede vencer al nuevo coronavirus».

La llama olímpica aterrizó este viernes en Japón en la base militar aérea de Matsushima, en el nordeste del país, donde fue recibida por varios centenares de personas en el exterior de las instalaciones pese a las recomendaciones del Gobierno nipón de no formar multitudes para evitar nuevos contagios.




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