La juventud venezolana lleva tres años en las calles. (EFE)

Con rostros que revelan que crecieron bajo la revolución que desde 1999 vive Venezuela, los milenials, sin distingo de clases y el entusiasmo propio de su edad, se han convertido en la vanguardia de las manifestaciones que desde hace 50 días mantiene la oposición en contra del presidente Nicolás Maduro.

En grupos, parejas o de uno en uno se suman a los puntos de concentración desde donde parten las marchas, muchas de las cuales han terminado en fuertes grescas con la fuerza pública y dejan al menos 46 muertos, según cifras de las autoridades.

Abrazos, choques de manos y hasta rap se escuchaba hoy en la plaza Altamira, en el este de Caracas y uno de los lugares escogidos para la concentración opositora, que estaba repleta de jóvenes con camisetas de la selección, otras pintadas con mensajes en contra del Gobierno o de muchos «chamos» con el torso descubierto.

«Ya/paren de hacer maldad/ por ser la autoridad/ nos quiere controlar con su abuso de poder/somos la juventud/no somos como tú», rapeaba un joven de 23 años que se identificó como Christián, quien dijo a Efe que vive en la zona de San Agustín del Sur, en el oeste capitalino y considerado fortín del chavismo.

El joven confesó que se desplaza hasta el acomodado este capitalino porque en su barrio «todo lo tienen tomado ellos (los chavistas), todo es miedo».

«Ya hemos aguantado demasiado, por eso estamos en la calle», aseguró.

No faltaron los que se cubrían la cara con pedazos de tela o máscaras para no ser identificados, o los que exhibían improvisados escudos fabricados en madera, latas o tapas de basureros.

«Quiero un país mejor», argumentó Marcos, un joven de 18 años residente de Petare, considerada la favela más grande de América Latina, que llevaba una máscara de fantasma similar a la usada en películas de terror y que esta vez le servía para ocultar su identidad «porque hay mucha gente que le toma foto a uno».

A escasos metros y sentado junto a su mamá y una vecina, un joven que se identificó como estudiante de la Universidad Simón Bolívar, defendía su derecho a protestar ante la situación que se está viviendo.

«Ya no se puede vivir, no se puede comer, no hay medicinas, los abuelos se enferman, uno pasa hambre», declaró este estudiante de 20 años, quien aseguró que está en las calles casi desde que se iniciaron las movilizaciones en abril pasado, ya que, según dijo, «el miedo se está acabando».

«Yo puedo decir que sí quiero vivir en capitalismo, porque yo salí de Venezuela un tiempo y me di cuenta de lo que aquí estaba pasando y me dio tristeza que nosotros antes vivíamos igual, hasta mejor que los demás países», relató, y aseguró que su lucha es por «cambiar el destino del país».

A su lado, Luz, su mamá, explicó a Efe que decidió marchar porque su sueldo no le alcanza.

«Cuando te toca el hecho de que uno, como profesional, no está ni siquiera alimentando a tu propia familia, no me da abasto mi sueldo», admitió, e indicó que en su casa son cinco personas, dos de ellas estudiantes y un adulto de la tercera edad.

Y mientras seguían llegando manifestantes, una mujer de más de 60 años bendecía y encomendaba a Jean Carlos, un joven con casco y que tenía varios puntos en el rostro que atribuyó al impacto de una bomba de gas lacrimógeno.

«Mijo, diga siempre: ‘Sangre de Cristo hazme invisible a los enemigos del cuerpo y del alma'», le dijo la mujer, mientras Jean Carlos descartó tener miedo. «Miedo me da que ellos se queden pa’ toda la vida en el Gobierno», dijo este joven de Petare.

Johan, un joven de 22 años y un hijo de 2 que lleva en su brazo un tatuaje con la firma del presidente Hugo Chávez, fallecido en 2013 y líder de la revolución bolivariana que continuó Maduro, defendió su derecho a protestar, ya que, a su juicio, «el camino se desvió».

«Estoy aquí por mi derecho al voto, ya debería haber elecciones. Estoy aquí por mi derecho al trabajo, estoy aquí por mi país y por mi hijo», puntualizó, e indicó que ahora «hay guerreros del barrio, hay guerreros clase media, hay guerreros de todo tipo» porque «la lucha es por un solo país».

Según un estudio del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea), en las protestas que vive el país hay «un protagonismo de una generación de activistas ‘millenials'».

«La presente generación de jóvenes activistas tienen como referentes la cultura digital, los videojuegos, las novelas gráficas, series de televisión y películas, así como referentes sociales más recientes como la primera árabe y las propias protestas del 2014″ en Venezuela.




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