Opuestos o iguales lo que importa es el futuro democrático de Venezuela. (AFP)

Laura está convencida de que bloqueando su calle detendrá la Constituyente del mandatario Nicolás Maduro; Josefina se queja de las trancas y cree que la iniciativa arreglará a Venezuela: Dos polos en medio de la huelga opositora que semiparaliza el país.

Entre los opositores optimistas con evitar la elección de asambleístas el domingo, y los chavistas más comprometidos, también hay manifestantes resignados con que la iniciativa para cambiar la Constitución se concretará.

Ello, en medio de las protestas contra el presidente que dejan un centenar de muertos en cuatro meses, y que prosiguen este miércoles con el inicio de un paro de 48 horas contra la Constituyente.

Con bolsas plásticas de basura los vecinos trancan las calles de Caracas.(AFP)
Mientras otros se oponenn a que tranquen las calles. (AFP)

Bolsas de basura, escombros y el tronco de un árbol bloqueaban el paso de un puente que separa el barrio de clase media de La Urbina de la barriada de Petare, en el este de Caracas.

Y de un lado y otro, dos realidades: en el primero, todos los comercios cerrados; en el otro, abiertos en una jornada aparentemente normal.

Vecinos que se unieron a la huelga bajaban de sus edificios a conversar o a pasear a sus perros y algunos encapuchados observaban.

Los convencidos

Al despuntar el día, Laura Contreras, una desempleada de 27 años, trancó su calle en La Urbina, convencida de que si las protestas contra Maduro se intensifican, el mandatario retirará la Constituyente.

«Quedándonos en la casa o expresando nuestro desacuerdo con la Constituyente, podemos evitarla. Maduro está en un mundo paralelo, nosotros vivimos la escasez y la inseguridad. Es ahora o nunca», señaló a la AFP.

En Santa Fe (sureste) un puñado de personas bloqueaba la autopista con bolsas de basura, tubos metálicos y algunas ramas de árboles.

«Con un poco más de presión vamos a llegar, podremos parar la Constituyente. Lo que necesitamos es un cambio de gobierno», afirmó Asdrúbal Camejo, de 21 años.

Los indignados que están convencidos que la Constituyente es más hambre. (AFP)
Y están los comprometidos con un sueldo y un trabajo. (AFP)

Los comprometidos

No todos acataron el llamado a paro. En el centro de la ciudad muchos comercios abrieron, al igual que en Catia (oeste), considerado bastión del chavismo donde todo funcionaba con normalidad.

Josefina, que prefirió no dar su apellido, tuvo que caminar hasta la farmacia, sorteando barricadas, para comprar una medicina que necesita para su hija de tres años.

«No dejan a la gente vivir, no dejan a la gente trabajar. ¿Así progresa un país? No. Incendian las calles y ponen a la gente en peligro. A mi mamá le dio un infarto (en un anterior bloqueo de calles) y no la pudimos sacar, la auxiliamos en la casa (…). No van a arreglar nada con esto», comentó molesta.

A su juicio, la solución de los graves problemas políticos y económicos del país pasa por la Constituyente, rechazada por siete de cada diez venezolanos, según la firma Datanálisis.

«Voy a votar el domingo porque hay ciertas cosas que sí hay que cambiar en la Constitución», afirmó esta mujer, que llevaba a su niña de la mano.

Al lado estaba Corina, también simpatizante de la Constituyente porque asegura que desde que la oposición ganó las elecciones parlamentarias, en diciembre de 2015, no logró «terminar con las colas» (filas) para comprar comida o medicinas, en grave escasez.

«Ahora estamos peor. Con la Constituyente esto va a cambiar y Chávez, donde esté, nos va a ayudar», añadió, aludiendo al presidente Hugo Chávez, fallecido en 2013.

Hay los resignados que piensan que nada pueden hacer. (AFP)
Y hay quienes lo dan todo para defender sus ideales democráticos. (AFP)

Los resignados

Gabriel Alvarado intuye que la elección de la Constituyente es un hecho y que la crisis política recrudecerá.

«El gobierno no va a dar marcha atrás, esto se ve muy oscuro. Nosotros vamos a seguir, esto no va a terminar el 30 (de julio), esto sigue, puede llegar hasta finales del año que viene, pero hay que impedir que con esa Constituyente consoliden el Estado comunista», dijo Alvarado, de unos 60 años.

Desde Las Palmas (este), Monserrat González también bloqueó una calle y afirmó que se mantendrá protestando. «Con o sin Constituyente, seguiremos en las calles», sostuvo.

Mientras tanto, en La Urbina un hombre se acercó a una barricada, y ajeno a las consignas políticas, abrió una bolsa de basura en busca de comida.




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