Nuestra Catedral, antigua Iglesia Matriz de Valencia alberga con suspicacia centenarias tradiciones, invaluables obras de arte y reliquias, conserva una mezcla de conjuntos arquitectónicos dejando las huellas de personajes significativos y dando a lugar leyendas que forman el imaginario de este templo.

Desde tiempos remotos la iglesia ha estado vinculada a la historia local y a sus personajes más relevantes como lo fue el general Morillo modificando su fachada e iniciando la construcción de la torre sur, de igual manera la construcción en 1829 de la Capilla del Socorro gracias a la contribución de los feligreses iniciado por Barbarita Nieves que destinó una gran suma para el proyecto, sin olvidar el embaldosado de mármol en 1848 “Obra a la cual prestó gran contingente el general Ramón Durandegui” (Guinan, pág. 26) o la donación de aquel imponente púlpito que ostentó por décadas gracias a Don Rafael Arvelo así como las pilas bautismales de mármol donadas por el general Gregorio Cedeño (padre) y Carlos Uslar.

También hay que mencionar la capilla construida gracias a las limosnas de los feligreses para la adoración perpetua – mencionando Francisco González Guinan – que esta capilla culminada en 1896 y ubicada en la parte norte del templo contenía frescos del pintor valenciano Antonio Herrera Toro y hasta el accidentado tema del reloj de la iglesia matriz vendido y traído por el capitán Hopner (esposo de una hermana del general Páez) siendo las tres de la tarde de un 8 de septiembre de 1831 cuando los valencianos escucharon los primeros campanazos, los gastos de la instalación del reloj corrieron por parte de donaciones de los vecinos, sin duda, dejando por fuera personajes notables que dejaron huellas relevantes a lo largo del tiempo en la actual Catedral.

Durante la gesta emancipadora, la iglesia matriz no fue ajena a estos hechos históricos. Después del triunfo en Carabobo de 1821, es decir el día 25 de junio de 1821 desde Valencia el general Bolívar escribe su parte de la Batalla de Carabobo dirigido al presidente del congreso mencionando las pérdidas de dos de sus valientes héroes:

La República ha perdido en el general Cedeño un grande apoyo en paz o en guerra; ninguno más valiente que él, ninguno más obediente al Gobierno. Yo recomiendo las cenizas de este General al Congreso Soberano para que se le tributen los honores de un triunfo solemne. Igual dolor sufre la República con la muerte del intrepidísimo coronel Plaza que, lleno de un entusiasmo sin ejemplo, se precipitó sobre un batallón enemigo a rendirlo. El coronel Plaza es acreedor a las lágrimas de Colombia y a que el Congreso le conceda los honores de un heroísmo eminente”. (Mijares, pág. 76)

Y es así como se dispone por órdenes del Libertador inhumar los restos mortales del general Manuel Cedeño y el coronel Ambrosio Plaza en dos bóvedas que se construyeron al pie de la parte Norte de la torre (Norte) de la iglesia Matriz de Valencia, haciéndose una excepción de sepultura ya que desde 1818 el general Pablo Morillo había clausurado el antiguo cementerio que se ubicaba en la parte norte de la iglesia trasladándolo al sur del pequeño cerro denominado El Puto.

En 1874 – menciona el historiador Francisco González Guinan – se inició una modificación en la iglesia bajo el vicariato del Pbro. Dr. Pedro León Lovera “Sacándose la escalera que conduce a la torre del Norte hacia la calle de Marte y construyéndose ahí una cripta debajo de la torre, donde debían colocarse los restos mortales que se encontraran en el antiguo cementerio y fueron allí depositados los de los Generales Manuel Cedeño y Ambrosio Plaza”. (Guinan, pág. 27). Quedando la ubicación de esta cripta en la actual Capilla de las Ánimas.

También menciona que el constructor de la casa del Vicario y curas de la iglesia le comunicó sobre el hecho detalladamente y a raíz de eso solicitaron al Concejo Municipal de Valencia colocar una lápida señalando que “En aquella cripta se hallaban los despojos de los generales, confundidos con otros tal vez adversarios, como para demostrar la igualdad de los humanos ante el poder de Dios”. (Guinan, pag. 27,28).

En el listado de personajes que reposan en el Panteón Nacional, aparece desde el 16 de diciembre de 1942 el nombre de Manuel Cedeño como oficial en la guerra de independencia, sin embargo, el nombre de Ambrosio Plaza no, entonces, es nuestro deber como ciudadanos asegurar que estos héroes sean recordados y honrados por el máximo sacrificio que dieron por nuestra libertad, así sea a través de epitafios en el lugar en el que ambos descansaron durante tanto tiempo y que se haga referencia a la valentía y sirva como reflexión sobre estos hechos históricos que los inmortalizaron para consolar a los deudos que permanecen en tierra.

Referencia Bibliográfica

Guinan González, Francisco.“Tradiciones de mi Pueblo”. Ediciones del Ejecutivo del estado Carabobo. Valencia, 1981.

Mijares, Augusto. “Obras Completas, volumen ll”. Editorial Cumbre, S.A. México, 1979. 




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