Si algo no hubo el domingo 20 de mayo fue sorpresa. Todo transcurrió como estaba previsto por la hegemonía, y por su comparsa. La abstención fue masiva, como tiene que ser ante la certeza de un fraude colosal. Y el referido fraude se concretó, o se hizo oficial, cuando se anunciaron los resultados desde el CNE.

Esos resultados, como es natural, tienen cero credibilidad. Cero. No poca o poquita. Nada. Cero. A partir del laberíntico proceso del referendo revocatorio del 2003-2004, ha sido así. Sólo que en algunas ocasiones de notaba más y en otras menos. Incluso cuando el oficialismo reconocía resultados adversos, es seguro que los resultados anunciados se encontraban por debajo de la voluntad popular expresada en las urnas. Cuando se consolidan patrones tan férreos de control electoral, no puede ser de otra manera.

Claro, que lo ocurrido el domingo 20 de mayo, rompe los propios récords de la hegemonía roja. Nadie cree en esos numeritos, comenzando por los que habitan en Miraflores y sus patronos castristas. Y no los creen, porque esos numeritos deben ser consecuencia de un análisis de laboratorio político, que los recomendó, o en realidad los impuso. Si hasta un encuestador que tiene talento para el enchufe, ofreció unos numeritos de sus supuestas encuestas, que, no faltaba más, se aproximaron a los resultados del CNE, casi que en decimales.

Una burla, otra más, a la voluntad popular. La hegemonía es ducha en esos menesteres, y podría decirse que no ha perdido por completo su habilidad para un cierto disimulo. Pero la autodenominada “nueva oposición”, cuyas consignas son “diálogo y voto”, se hace cómplice de estos atropellos, y no creo que sea por razones principistas o cualitativas, sino por motivos cuantitativos. Y no digo más, porque se entiende bien lo que ya está dicho.

¿Qué Maduro obtuvo más de 6 millones de votos? Sencillamente delirante. ¿Qué la gran derrotada fue la abstención, según difunde la propaganda oficialista? Más delirante todavía. Estos resultados mega-fraudulentos no sólo son nulos, sino que además son delictivos, porque configuran no uno sino varios delitos electorales. ¿Qué no pasará nada al respecto? Esperemos que no sea así. La hegemonía quiere que no pase nada. Su comparsa, también. Pero la abrumadora mayoría del pueblo venezolano, no.

Estos “resultados” confirmar que la hegemonía tiene que ser superada por los caminos de la Constitución, y cuanto antes, mejor.

flegana@gmail.com




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