Emmanuel-Macron, presidente de Francia. (Foto AFP)

Apenas horas después de ser elegido presidente de Francia, Emmanuel Macron comenzó a preparar este lunes y la batalla de las legislativas de junio, en las que pretende obtener el respaldo suficiente para aplicar su programa político, ante el estado de indecisión de los partidos rivales.

En su primera resolución tras la segunda vuelta de los comicios presidenciales que ganó este pasado domingo, el socioliberal Macron dimitió como presidente de ¡En Marcha!, su movimiento político, que se ha situado ya en orden de batalla para lograr el mayor número posible de diputados.

¡En Marcha!, que pasará a llamarse La República en Marcha y tendrá estructura de partido político, presentará candidatos a las 577 circunscripciones del país «con el objetivo de que tengan una mayoría absoluta» que permita a Macron «aplicar su proyecto», según declaró el secretario general del movimiento, Richard Ferrand.

Al menos la mitad de los candidatos procederán de la sociedad civil y el resto de las formaciones políticas tradicionales, aunque no se les permitirá mantener la doble etiqueta.

Macron, quien fue ministro de Economía del presidente saliente, el socialista François Hollande, pretende así defender el proyecto de renovación de la vida política, pero asentándose en parte de los restos de los partidos tradicionales, sobre todo de los socialistas y de los conservadores.

Ante las dudas de que su neófito movimiento político pueda lograr una mayoría absoluta, el centrista François Bayrou, uno de los apoyos más mediáticos de Macron, mostró este lunes su confianza en una amplia victoria.

«Los franceses son inteligentes y darán al presidente los medios para actuar», señaló en declaraciones a «France Info».

Frente a quienes consideran que Macron se impuso por descarte, el líder centrista aseguró que se ha creado «un entusiasmo» sobre la figura del nuevo presidente, que se cristalizará en un gran respaldo electoral en las legislativas.

Bayrou agregó que sus rivales políticos «tienen todos un punto en común: su único objetivo es el de impedir que se aplique el programa» de Macron.

Ese es el fin declarado de buena parte de las formaciones políticas, que no han ocultado su intención de liderar la oposición, aunque solo la ultraderechista Marine Le Pen, derrotada en la segunda vuelta de las presidenciales, parece hacerlo con un partido relativamente unido.

La líder de la extrema derecha aseguró que el apoyo otorgado por los representantes de las fuerzas tradicionales a Macron tras la primera vuelta de las elecciones «les desacredita» para oponerse ahora al nuevo jefe de Estado.

Un argumento en el que insistieron sus acólitos. El secretario general del ultraderechista Frente Nacional (FN), Nicolas Bay, aseguró que «ha quedado atrás la división entre izquierdas y derechas y ha dejado paso a la división entre mundialistas y patriotas».

El llamamiento a integrar la mayoría presidencial lanzado por Macron ha hecho mella en los otros partidos, tanto en los socialistas como en los conservadores.

Los segundos, que de cara al exterior mantienen que pueden lograr una mayoría suficiente que les permita gobernar, han visto cómo algunas de sus figuras han abierto la puerta a presentarse bajo el paraguas de La República en Marcha.

Es el caso del exministro Bruno Le Maire, derrotado en las primarias de noviembre pasado y que aseguró que se sentía «capaz de trabajar en una mayoría de Gobierno» junto al presidente.

Tardó poco en responderle François Baroin, que dirigirá la campaña de Los Republicanos y que aseguró que, si se acerca a Macron, tendrá un candidato conservador enfrente disputándole su circunscripción electoral.

Pero Baroin no tiene controlado el partido y algunos barones han comenzado ya a ponerle límites.

El caso más claro es el del presidente de la región de Provenza Alpes Costa Azul, Christian Estrosi, quien le ha advertido de que no le apoyará si no rebaja el programa de derecha dura que condujo a la derrota en las presidenciales a François Fillon.

Más disperso aparece aun el Partido Socialista, donde proliferan los responsables que, de forma apenas disimulada, piden presentarse bajo el paraguas de ¡En Marcha!, lo que está dejando en una posición muy incómoda a la dirección.

 




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