El desgarro y el dolor es lo único que le queda a Dexy González, madre del adolescente Rubén Darío González, quien murió tras recibir un disparo en el pecho presuntamente por un Guardia Nacional Bolivariano (GNB) en el sector cinco de La Isabelica. «Yo no quería un héroe, quería a mi hijo sano y salvo en la casa».

En la entrada de su vivienda gritaba la mujer. La rodeaban sus familiares en la humilde vivienda, en una calle del barrio Cascabel, en el municipio Los Guayos. Algunas de las habitaciones no tenían puertas, llegarían en unos días. En cambio usaban cortinas para dividir los cuartos.

Recostada en la cama de su cuarto relató cómo ocurrió todo. González iba de lunes a viernes a La Isabelica a un gimnasio de la zona, donde hacía boxeo. Llevaba un año y medio de entrenamiento y le iba bien. La madre del muchacho sabía que él iría a protestar luego de terminar su rutina deportiva. Las clases eran de 2:00 p.m a 4:00 p.m.

El 10 de julio había sido la última clase de Rubén en el bachillerato. Entre los planes del joven estaba irse a Colombia o a Curazao con su hermana mayor, quien lloraba en las piernas de la destrozada madre. Se irían el mes que viene, luego del acto de graduación.

El muchacho tenía espíritu guerrero. Siempre asistía a las convocatorias y armaba planes para enfrentar las fuerzas del Gobierno, pese a que su madre le recordaba que los guardias tenían todo el armamento necesario para reprimir y volver inservible cada piedra y palo utilizado por los de la resistencia.

Las advertencias de la madre eran continuas. «Rubén somos pobres, mira en donde vivimos, no tenemos dinero, cómo hacemos si a ti te pasa algo ¿quién nos va a ayudar?»; pero el joven quería luchar por su país. Era la frase que más repetía.

El muchacho salía temprano de su casa para ir al liceo. Tomaba camionetica y de regreso recorría un trayecto de una hora para llegar al entrenamiento. No lo volverá a hacer. Una bala en el pecho le puso fin a su vida.

Rubén González confiaba en que no todos los guardias y policías eran malos, por eso quería formar parte de la Aviación. La madre, con las lágrimas aún en su rostro, culpa a Maduro y a la oposición. Al primero por causar las muertes y al segundo por no hacer nada para solucionar la crisis. «Llevamos más de 100 días en esta lucha y no se le ve queso a la tostada, pero mi hijo sí lo veía».

Un libro de leyes y otro sobre la Constitución reposaban en la cama en donde hace dos días durmió Ruben. Le gustaba informarse sobre esos temas y en especial sobre la historia de Venezuela. «Mi hijo pasaba horas sentado en la computadora. Se sabía todos los presidentes y las batallas importantes de la independencia. Era muy inteligente».

Mientras cubre su rostro grita con impotencia «¡Por favor vuelve, por favor!». Luego expresa con violencia «Maduro ven por mí, yo ya estoy muerta».

Los familiares esperan que llegue la fiscal de Caracas para retirar el cuerpo. El joven será velado en su casa, en una estrecha sala con suelo de cemento. Dexy también es una víctima y su hijo el cuarto muerto en Carabobo desde que iniciaron las protestas en la entidad.

 




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