El Mundo: Maduro “rompe con la familia de Hugo Chávez” y se evidencian las pugnas internas
/ Foto: The Associated Press, AP

La derrota electoral del chavismo en Barinas no sólo supuso un revés en “la cuna del líder de la revolución” sino una muestra del pulso interno entre Nicolás Maduro, los jerarcas bolivarianos y la familia Chávez. La división entre los grupos es patente.

En Sabaneta de Barinas, pueblo natal de Hugo Chávez, Maduro comunicó en 2013 que había recibido un mensaje del comandante supremo a través de un pajarito que encontró en una iglesia. Y lo hizo desde el patio de la casa familiar de los Chávez para dar más solemnidad al asunto.

Mucho han cambiado las cosas desde entonces, cuando el culto semireligioso a Chávez se convirtió en una de las claves del poder de su sucesor. Maduro forzó en noviembre la repetición de las elecciones regionales en Barinas, apartando a Argenis Chávez de la candidatura e imponiendo al paracaidista Jorge Arreaza, a quien acababa de retirar de la Cancillería para ponerle al frente de un Ministerio de Industria al que no se adaptó.

El tiro salió por la culata: Arreaza terminó estrepitosamente derrotado en un hecho que ha desatado el entusiasmo en la oposición.

Emblemático más no contundente

Pero la politóloga María Puerta Riera, entrevistada por el diario español El Mundo, señala que “Ellos (el chavismo) no van a ceder el poder por una derrota electoral. Porque una cosa es perder uno de los 23 estados, por mucho que sea emblemático, y otra muy distinta es que Maduro se baje de su trono bolivariano precisamente cuando más cómodo se encuentra en él”.

“Creo que tiene un valor simbólico y político muy importante. Es un golpe parecido a las elecciones parlamentarias de 2015, no de esa magnitud, pero sí un golpe fuerte, destacó por su parte el historiador Juan Cristóbal Castro, quien resalta dos claves tras conocerse los resultados.

“La primera es la división de los partidos de la Alianza Democrática, cercanos al Gobierno aunque se dicen de oposición, ya que algunos se decantaron por apoyar a Garrido. Y la segunda, la brecha que se percibe entre chavistas clásicos y los llamados maduristas”.

Las pugnas internas

La reacción de uno de ellos ha prendido las alarmas en el interior del oficialismo. “Para refundar al chavismo, hay que derrotar primero al madurismo”, publicó en sus redes sociales el ex ministro chavista Andrés Izarra, muy cercano en su día a Chávez y refugiado hoy en Europa, conocida su mala relación personal con Maduro. Izarra prosiguió sus embestidas contra Maduro al celebrar la condena a cadena perpetua en Alemania del coronel sirio Anwar Raslan.

“Más temprano que tarde las víctimas de los criminales humanitarios del madurismo también celebrarán”, certificó el ex ministro. Y es que las diferencias en el seno de la revolución, conocidas pero casi siempre resueltas de puertas para adentro, se han multiplicado cuando menos se esperaba. Primero con el disgusto de la familia Chávez por el arrinconamiento de Argenis, hermano de Hugo Chávez. Y segundo por los desaires que dirigentes radicales como Diosdado Cabello e Iris Varela han hecho patentes en campaña contra Arreaza, un dirigente sin ningún carisma.

Para enredar aún más la situación, el ex gobernador chavista Rafael Isea insistió en que el madurismo planea terminar por fin el «entierro» de Hugo Chávez. Incluso esta estrategia, desde dentro de la oposición, se atribuye a los asesores cubanos del Palacio de Miraflores. “El quiebre en el oficialista PSUV es algo que se palpa. La lucha interna en el chavismo ya existía, la diferencia es que ahora es pública”, confirmó a El Mundo el líder opositor Juan Guaidó.

Culto a la personalidad

Una operación que tiene como uno de sus puntos cruciales el culto a la personalidad de Maduro, acrecentado en las últimas semanas de tal manera que Superbigote y su Puño de Hierro lucha ahora contra un supuesto bloqueo sanitario impuesto por el Imperio y la oposición.

Gracias al Maduro Superman, las vacunas llegan. Al menos así lo cuentan los dibujos animados que repite la televisión pública. “El chavismo siempre ha sido hábil manejando su equilibrio interno, no es un bloque monolítico, está muy lejos de eso. Lo sucedido estas semanas lo pone de nuevo a prueba”, advierte el politólogo Félix Seijas.

Con información de El Mundo.




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