Rafael Poleo llegó a decir y escribir que Pedro Tinoco era el cerebro de Carlos Andrés Pérez. Una apasionada exageración, aunque está fuera de discusión la gran influencia que Tinoco ejerció sobre Pérez, en diversos tiempos y contextos. Pero de Fidel Castro sí se podría decir que era el cerebro estratégico de Chávez. Y no es que se podría decir, es que Chávez lo decía con cierta frecuencia al ponderar la “estrategia perfecta de Fidel”, como él mismo la denominaba.

Si eso era así con el predecesor, lo tenía que ser aún más con el sucesor, entre otras razones porque aquel no le debía haber ganado las elecciones de 1998 a Fidel, pero éste si le debía a Fidel el haberse convertido en el sucesor de Chávez. La autoridad de los hermanos Castro Ruz sobre Nicolás Maduro ha sido pública, notoria y comunicacional. Lo que significa que la muerte de Fidel tiene un peso muy grande en esa realidad.

Sin Fidel no será lo mismo. No podrá serlo. ¿Por qué? Pues porque Fidel Castro era la máxima instancia del oficialismo rojo. Tanto del cubano, claro está, como también del imperante acá. Raúl Castro tiene amplia experiencia y también cacumen para la manipulación, pero no es igual que su hermano mayor. Quienes los conocieron bien, en la medida que ello era posible, lo señalan de manera unánime.

Fidel fue un portento de la habilidad político-estratégica para mantenerse en el poder. Y eso fue así para Cuba y para la Venezuela del siglo XXI. Algunos expertos sostienen que su enfermedad gastrointestinal lo dejó fuera de combate. Acaso sea al revés. Con la entrega de la presidencia a su hermano Raúl, se liberó del día a día gubernativo y le quedó mucho más tiempo para “totumear” sus iniciativas y tretas.

Una de las últimas, probablemente hablando, fue la concepción del supuesto diálogo venezolano, cuyo beneficiario directo ha sido y es el señor Maduro, que sigue ganando tiempo en medio de una crisis humanitaria que despedaza al país, y luego de que la hegemonía trancara las salidas electorales y referendarias que correspondían, constitucionalmente, para el año 2016, ya en conclusión.

No me encuentro entre los que subestiman a personajes como Maduro o Cabello. Pero es una cosa y otra es darse cuenta del vacío que representa Fidel Castro para la hegemonía despótica y depredadora que está destruyendo a Venezuela. Vamos a ver cómo le va a Maduro sin Fidel.

 

 




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