Niños reciben clases en casa de la maestra. (Foto EFE)

Maestras preocupadas por la educación de los niños que habitan en Petare, una de las barriadas más pobres de Venezuela, abrieron las puertas de sus casas para educar a los menores en medio del cierre de escuelas, empujado por la covid-19, que ya suma más de un año y el difícil acceso a internet.

La iniciativa, que comenzó hace varios meses y que cobra cada vez más fuerza, fue impulsada por las dificultades que comenzaron a tener los niños para continuar con sus estudios, luego de que se decretara el cierre de escuelas para evitar el aumento de contagios del coronavirus.

Las clases, por orden del Gobierno, comenzaron a impartirse a distancia y de manera virtual, pero los fallos eléctricos, la lentitud en la velocidad de internet, el no contar con los recursos para acceder a un computador o la ausencia de profesionales educativos, hicieron más cuesta arriba la educación de los niños.

La maestra Jasmín Castro -licenciada en educación inicial- despide a los niños luego de que recibieran clase en su casa. (Foto EFE)

El Ejecutivo también intentó impartir clases a través de programas de televisión para los estudiantes de los primeros cursos de básica, pero asociaciones de padres aseguraban que los episodios eran repetidos, que algunos no se ajustaban a la edad de sus hijos o no estaban de acuerdo con el método de enseñanza.

Ante esta situación, varias maestras, con el acompañamiento de la organización Zona Descarga, decidieron abrir las puertas de sus casas para impartir clases a los niños de Petare, que en su mayoría llegan sin ningún material escolar, con cuadernos usados o lápices rotos.

LA RETRIBUCIÓN A LAS MAESTRAS

Por la situación económica en Venezuela, donde el salario mínimo mensual ronda los 2,5 dólares, los padres ven difícil renovar el material básico escolar, especialmente en las comunidades más desfavorecidas, pero realizan un esfuerzo para colaborar con las maestras que llegan a recibir como pago algún tipo de alimento.

«Es muy poco lo que me dan, pero es una colaboración», cuenta Jasmín Castro -licenciada en educación inicial- a Efe desde una de las habitaciones que habilitó en su casa para impartir las clases que comenzaron porque los padres le pidieron ayuda.

«Nosotros, como educadores del Ministerio de Educación, el sueldo es muy bajo, entonces es una manera de yo ejercer mi carrera que es lo que me gusta y es un beneficio», indicó Castro, quien explicó que el apoyo que les otorga a los niños es de dos horas diarias y en todas las materias.

Estas maestras no tienen límite de edad para atender a los estudiantes. Algunas de ellas también ayudan a adolescentes que estudian secundaria, y aunque actualmente en Venezuela hay temporada vacacional, las mujeres prestan refuerzo educativo y organizan actividades recreativas.

Un grupo de niños espera una clase en la casa familiar de la maestra Milagros Agreda. (Foto EFE)

Apoyan ayudando a los alumnos a resolver las tareas que los colegios envían vía correo electrónico o WhatsApp, pues para un estudiante de una institución pública, recibir una clase virtual en vivo es casi imposible. Ni los profesores cuentan con el apoyo suficiente para impartir las lecciones ni los alumnos con los recursos para recibirlas.

Ese puede ser el escenario en caso de que sus maestros en las instituciones no abandonen sus puestos de trabajo.

ESTUDIANTES QUE QUEDAN A LA DERIVA

El hijo de 11 años de la ama de casa Yendri Ochoa se quedó sin maestra a mitad de curso y pasó al primer año de secundaria, aún cuando el colegio no cumplió con culminar el año escolar.

Sin embargo, Ochoa señaló que encontró apoyo para que su hijo pudiera culminar su preparación en una de las escuelas que abrieron estas maestras en sus casas en Petare.

«Él no se atrasó porque ella (la maestra) me lo ayudó aquí con sus tareas», contó Ochoa, que aún no tiene claro cuándo ni dónde comenzará su hijo el primer año de bachillerato.

Hasta el momento, unos 14 hogares funcionan como centro educativo o reforzamiento pedagógico en Petare y unos 153 niños se ven beneficiados. Zona Descarga planea crear una red de casas de este tipo, a las que ayudan con donaciones de libros, materiales de papelería, muebles o pinturas. La mayoría de ellos usados.

Niños toman clase en la casa familiar de la maestra Milagros Agreda. (Foto EFE)

«Esto no es una cosa improvisada, esto surgió de una idea que luego muchas personas empezaron a aportar y a poder llevar a cabo un plan que permita atender esa comunidad de manera integral, porque no solamente se beneficia a los niños, también los padres», dijo uno de los responsables de Zona Descarga, Jimmy Pérez, que promueve actividades contra la violencia.

El Gobierno de Venezuela planea retomar las clases presenciales en octubre, pero dependerá de cómo avance la vacunación contra la covid-19 que hasta hace un mes cifraba en más de 3.600.000 personas en una población de 30 millones de habitantes.




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.