Foto: AFP

El italiano Marco Cecchinato, que hasta ahora no había ganado un partido en un Grand Slam, dio hoy la sorpresa al eliminar al belga David Goffin, octavo favorito, por 7-5, 4-6, 6-0 y 6-3 en 2 horas y 31 minutos.

Se medirá por un puesto en las semifinales contra el serbio Novak Djokovic, vigésimo favorito.

Cecchinato vive uno de esos cuentos de hadas que, de tanto en tanto, reserva el tenis. A sus 25 años, el siciliano formado en las mejores academias del norte de su país, 72 del mundo, no se las prometía muy felices cuando en su debut en Roland Garros, el segundo que disputaba, perdía los dos primeros sets contra el rumano Marius Copil.

Pero fue capaz de remontar aquel encuentro y, desde entonces, todo le ha sonreído. Venció al italiano Marco Trungelliti y, sobre todo, al español Pablo Carreño, décimo cabeza de serie, para convertirse en el octavofinalista de ránking más bajo.

Completó la gesta acabando con un Goffin que ya había escapado de la eliminación en la ronda precedente cuando salvó cuatro bolas de partido frente al francés Gael Monfils.

«Esto es un sueño. No me puedo creer que perdiera los dos primeros sets del torneo y ahora estoy en cuartos», afirmó el tenista, que miraba incrédulo a Frabrice Santoro cuando desde la pista Suzanne Lenglen de París le decía que su próximo rival será Djokovic.

«Será un placer, pero ahora déjame que tome una ducha para darme cuenta de lo que estoy haciendo», espetaba al extenista francés, reconvertido en comentarista, antes de lanzar, micro en mano un sonoro «Forza Italia» destinado a su hinchada.

Junto con Fabio Fognini, Cecchinato representa la sonrisa recobrada del tenis italiano, que no contaba con dos representantes en octavos desde 1976, año en el que Adriano Panatta se convirtió en el último transalpino en levantar el trofeo.

Es por el momento la cumbre de un tenista que tuvo unos inicios dubitativos en su Sicilia natal, pero que en su quinto año como profesional parece haber dado un paso adelante en su carrera, como pone de manifiesto su primer triunfo en Budapest.

Un momento algo tardío para explotar el talento que atesora, bien adaptado a la tierra batida, capaz de acelerar el juego de los dos lados y con todos los golpes necesarios para ganar puntos sobre arcilla.

Todo ello con un aspecto elegante que confieren a su tenis una fluidez muy plástica. Estilo italiano.

Todo ello educado por el entrenador Massimo Sartori, el de Andreas Seppi, desde que a los 17 años abandonó su isla siciliana para asentarse en las más modernas instalaciones del país.

Su padre, directivo de profesión, tuvo que ahorrar para poder instalarse cerca de donde su hijo había decidido convertirse en tenista de élite.

Una región, el Sur del Tirol, donde el italiano convive con el alemán, lo que supuso un choque cultural para la familia procedente del sur.

Unos años más tarde, decidió instalarse en Bolonia, otro de los feudos del tenis italiano, donde viven entre otros Sara Errani o Simone Bolelli.

Cecchinato no perdió la paciencia. Ingresó por vez primera en el top100 en julio de 2015, pero los años siguientes penó lejos de los mejores. No perdió la fe en su juego ni en su talento.

Una persistencia que ha dado sus frutos. Contra todo pronóstico se ha convertido en el segundo italiano en alcanzar los cuartos de final en lo que va de siglo, tras Fognini.

Su compatriota puede repetirlo mañana si vence al croata Marin Cilic, tercer favorito.

Por el momento ya es el undécimo tenista que alcanza los cuartos de final de Roland Garros sin ser cabeza de serie desde 2005.




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