Grupos armados en Libia se disputan el control de varias ciudades del país. (Cortesía)

Más de 30 personas murieron y decenas resultaron heridas en un doble atentado con coche bomba frente a una mezquita en Bengasi, la segunda ciudad libia, lo que ilustra la persistente inestabilidad en esta región controlada por las fuerzas del mariscal Jalifa Haftar.

El ataque, que no fue reivindicado, tuvo lugar tras el rezo de la tarde del martes 23 de enero en el centro de esta ciudad del este del país, minado por la inseguridad y las rivalidades políticas desde la caída en 2011 del régimen de Muamar Gadafi, tras una revuelta popular respaldada por la OTAN.

Bengasi había gozado de una relativa calma desde que el mariscal Jalifa Haftar anunció la liberación de la ciudad de los yihadistas, en julio de 2017, aunque siguió habiendo violencias esporádicas.

Los atacantes hicieron estallar dos coches en un lapso de 30 minutos frente a una mezquita en el céntrico barrio de Al Sleimani, según funcionarios de seguridad.

Algunos de los trabajadores de emergencias y de seguridad que acudieron a la escena de los hechos fallecieron en la segunda explosión.

De momento nadie reclamó la autoría del ataque, pero la mezquita es considerada una base de grupos salafistas que combaten a los yihadistas junto a las fuerzas de Haftar.

Varias personas se concentraron ante la mezquita este miércoles, caminando entre charcos de agua con sangre y entre automóviles calcinados.

El hospital de Al Jala recibió 25 víctimas mortales y 51 heridos, dijo su portavoz Fadia al Bargati, en tanto que el Centro Médico de Bengasi recibió nueve muertos y 36 heridos, indicó el vocero Jalil Gider.

Trabajadores de salud dijeron que muchos de los heridos estaban en situación crítica y que era probable que el balance de muertos ascendiera.

– Inestabilidad política –
Haftar, que apoya a la administración asentada en el este del país, declaró tres días de duelo tras el ataque.

El Gobierno de Unidad Nacional (GNA), respaldado por la ONU y con base en la capital, Trípoli, apenas ha logrado imponer su autoridad más allá de la zona occidental del país.

El GNA consideró el ataque un acto terrorista y cobarde.

La misión de apoyo de la ONU en Libia, la UNSMIL, tachó los atentados de «horribles» y advirtió que los ataques directos o indiscriminados contra civiles […] constituyen crímenes de guerra.

Los esfuerzos de la ONU para reconciliar a los dos gobiernos antagonistas no han dado resultados por el momento.

A finales de diciembre, Haftar dijo que apoyaría unas elecciones en 2018 para sacar al país del caos, pero sugirió que podría tomar medidas si los esfuerzos encaminados a una transición pacífica del poder a través de unas elecciones libres y democráticas se agotan.

Los opositores a Haftar lo acusan de intentar hacerse con el poder y establecer una dictadura militar, en tanto que sus partidarios le pidieron que se haga con el control por mandato popular.

El enviado de la ONU Ghassan Salame presentó en septiembre al Consejo de Seguridad un plan de elecciones presidenciales y parlamentarias para este año, pero los analistas son escépticos sobre la probabilidad de que se celebren.

El persistente conflicto en el país han dificultado los esfuerzos para restablecer la economía de este país petrolero del norte de África y lo ha convertido en un terreno fértil para los extremistas y los traficantes de personas.

El grupo Estado Islámico tiene una significativa presencia y tuvo el control de la ciudad de Sirte desde finales de 2014 hasta finales de 2016, cuando los yihadistas fueron expulsados por las fuerzas favorables al GNA.




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